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Ha sido el menos recordado de los operistas de la generación verista, superando sin embargo en calidad a todos ellos: la música de Zandonai todavía espera esa justa recuperación que se dilata año tras año.

Este compositor y director de orquesta italiano, nacido en 1883, fue alumno de Pietro Mascagni, fue uno de los más avezados operistas de su generación. Adscrito al movimiento verista, sintetizó los logros alcanzados por la tradición italiana con las nuevas soluciones armónicas de Claude Debussy.

Escribió conciertos -entre los que destaca el bello Concierto Romántico, para violín y orquesta-, poemas sinfónicos -entre ellos Patria lontana– y una Misa de Réquiem superior a la de su maestro Mascagni.

Mas lo esencial de su obra son sus óperas: Il grillo del focolare (1908), Conchita (1911), Melenis (1912), Francesca da Rimini (1914), La via della finestra (1919), Giulietta e Romeo (1922), I Cavalieri di Ekebù (1925), Giuliano (1928), Saint Julien l’hospitalier (1928), Una partita (1933) y La Farsa amorosa (1933).

La única de estas óperas que se mantiene en el repertorio es Francesca da Rimini, pese a que el nombre de Zandonai apenas haya sobrepasado las fronteras italianas.

Desde El Criterio animamos a los melómanos sinceros a que apoyen la memoria de este singular ingenio, finado el año de 1944.

 

José Antonio Bielsa Arbiol

José Antonio Bielsa