LOS CINCO PASOS HASTA LA VICTORIA FINAL

En las presentaciones de Podhorzer, ganar la votación era solo el primer paso para ganar las elecciones. Después de eso vino ganar el escrutinio, obtener la certificación, vencer en el Colegio Electoral y pilotar con éxito la transición, pasos que habitualmente se consideran como meras formalidades,  pero en este caso él sabía que Trump vería como oportunidades para desbaratar el proceso. En ningún lugar sería más evidente que en Michigan, donde la presión de Trump sobre los republicanos locales estuvo peligrosamente cerca de funcionar, y donde las fuerzas progresistas y conservadoras a favor de la democracia se unieron para contrarrestar esta maniobra.

Eran alrededor de las 10 p.m. en la noche de las elecciones en Detroit, cuando una ráfaga de mensajes de texto encendió el teléfono de Art Reyes III. Un autobús lleno de observadores electorales republicanos había llegado al Centro TCF, donde se estaba procediendo al recuento de los votos. Se apiñaban en torno a las mesas de recuento de votos, se negaban a ponerse las mascarillas y acosaban a los trabajadores, en su mayoría de raza negra. Reyes, natural de Flint, ciudad situada a unos 100 km de Detroit, que dirige We the People Michigan, ya esperaba que algo así se produjera. Durante meses, los grupos conservadores habían estado sembrando sospechas de fraude en el voto urbano. “La consigna era: ‘Nos van a robar las elecciones; habrá fraude en Detroit’; todo esto mucho antes de que se emitiera un solo voto”, dice Reyes.

Inmediatamente, se lanzó al ruedo y envió un mensaje a su red de contactos. En apenas 45 minutos habían llegado decenas de voluntarios de refuerzo. Entonces salieron a la palestra para actuar como contrapeso frente a los observadores republicanos que estaban adentro, Reyes anotó sus números de teléfono celular y los agregó a una enorme cadena de mensajes de texto. Activistas por la justicia racial de Detroit Will Breathe trabajaron codo con codo con mujeres de Fems for Dems procedentes de los suburbios y funcionarios electos locales. Reyes se fue a las 3 a.m., dejando a un activista por la discapacidad encargado de la cadena de mensajes de texto.

Al programar los pasos a seguir en el proceso de certificación electoral, los activistas implementaron una estrategia consistente en poner en primer plano el derecho del pueblo a decidir, exigiendo que se escuchara su voz y llamando la atención sobre las implicaciones raciales de privar a la población negra de Detroit de sus derechos. Inundaron la reunión de certificación de la junta de escrutinio del condado de Wayne el 17 de noviembre con mensajes testimoniales en este sentido. A pesar del tuit emitido por Trump, los miembros republicanos de la junta finalmente certificaron los votos de Detroit.

Las juntas de escrutinio eran uno de los puntos críticos de presión; mientras que otro eran las Cámaras legislativas controladas por el Partido Republicano, ya que Trump creía que podían declarar nulas las elecciones y nombrar a sus propios compromisarios en el Colegio Electoral que finalmente debe elegir al presidente. Y así, Trump convocó en Washington para el día 20 de noviembre a los líderes republicanos de las Cámaras de Michigan, el presidente de la Cámara de Representantes Lee Chatfield y el líder de la mayoría del Senado Mike Shirkey.

Este fue un trance realmente peligroso. Si Chatfield y Shirkey accedían a los requerimientos de Trump, los líderes republicanos de otros estados podrían ser presionados en el mismo sentido. “Me preocupaba que las cosas tomaran un rumbo extraño”, dice Jeff Timmer, un ex dirigente del Partido Republicano de Michigan que se convirtió en activista anti-Trump. Norm Eisen lo describe como “el momento más aterrador” de toda la elección.

Los defensores de la democraciaN. del T.: modestia aparte…-pusieron en marcha una estrategia contraofensiva que en el ámbito del baloncesto profesional se designa como “presión en toda la cancha” (full-court press). Los contactos locales de Protect Democracy investigaron las verdaderas motivaciones personales y políticas de los legisladores. Issue One lanzó una campaña de anuncios televisivos en Lansing. Bradley, de la Cámara de Comercio, siguió de cerca todo el proceso. Wamp, el ex congresista republicano, llamó a su ex colega Mike Rogers, que escribió un artículo de opinión para los periódicos de Detroit, instando a los funcionarios a honrar la voluntad de los votantes. Tres ex gobernadores de Michigan, los republicanos John Engler y Rick Snyder y la demócrata Jennifer Granholm, pidieron conjuntamente que los votos electorales de Michigan se vieran libres de toda presión procedente de la Casa Blanca. Engler, ex director de Business Roundtable, hizo llamadas telefónicas a donantes influyentes y a viejos políticos republicanos que estaban en condiciones de presionar en privado a los legisladores.

Las fuerzas a favor de la democraciaN. del T.: modestia aparte…- se enfrentaron a un Partido Republicano de Michigan trumpificado, controlado por los aliados de Ronna McDaniel, presidenta del Comité Nacional Republicano, y Betsy DeVos, ex Secretaria de Educación y miembro de una familia multimillonaria de donantes republicanos. En una reunión a través de vídeo-llamada con su equipo que tuvo lugar el 18 de noviembre, Bassin puso de manifiesto que la presión que podían ejercer no podía compararse con lo que Trump estaba en condiciones de ofrecer. “Por supuesto que intentará ofrecerles algo”, recuerda haber pensado Bassin. “¡Jefe de la Fuerza Aérea! ¡Embajador en donde sea! No podemos competir con eso ofreciendo zanahorias. Necesitamos un palo “.

Si Trump ofreciera algo a cambio de un favor personal, eso probablemente constituiría un soborno, razonó Bassin. Llamó a Richard Primus, un profesor de Derecho de la Universidad de Michigan, para ver si Primus estaba de acuerdo y se atrevía a presentar este alegato en público. Primus dijo que pensaba que consideraba la reunión convocada por Trump fuera de lugar y se puso a trabajar en un artículo de opinión en este sentido para la revista Politico, advirtiendo de que el fiscal general del estado, un demócrata, no tendría más remedio que abrir una investigación acerca de esta cuestión. Cuando se publicó el artículo en la edición del 19 de noviembre, el director de comunicaciones del fiscal general lo tuiteó. Muy pronto Protect Democracy supo que los legisladores se habían decidido a acudir a la reunión con Trump del día siguiente acompañados de sus abogados.

Los activistas de Reyes observaron los horarios de los vuelos y acudieron en masa a los aeropuertos de partida y destino en el viaje de Shirkey al Distrito de Columbia, para llamar la atención de los legisladores sobre el hecho de que su actitud y sus actuaciones estaban siendo escrutados atentamente. Después de la reunión, los dos comparecientes anunciaron que habían requerido al presidente para que hiciera llegar las ayudas para el COVID a sus circunscripciones, manifestándole por otra parte que consideraban que no debían intervenir en el proceso electoral. Luego fueron a tomar una copa al Hotel Trump en Pennsylvania Avenue. Un artista callejero proyectó imágenes en el exterior del edificio con las palabras: EL MUNDO ENTERO NOS ESTÁ OBSERVANDO.

Con esto sólo quedaba un último paso: la junta estatal de escrutinio, compuesta por dos demócratas y dos republicanos. Nadie esperaba que un republicano, un Trumper contratado por la organización política sin fines de lucro de la familia DeVos, votara a favor de la certificación. El otro republicano en la junta era un abogado poco conocido llamado Aaron Van Langevelde. No dio señal alguna sobre sus intenciones, dejando a todos en vilo.

Cuando comenzó la reunión, los activistas de Reyes inundaron la transmisión en vivo y llenaron Twitter con su hashtag, #alleyesonmi. Una junta acostumbrada a un número de asistentes de un solo dígito se enfrentó de repente a una audiencia integrada por miles de personas. A lo largo de horas y horas de testimonios, los activistas insistieron en su mensaje de respetar los deseos de los votantes y afirmar la democracia – N. del T.: modestia aparte…- en lugar de amonestar a los funcionarios encargados del proceso electoral. Van Langevelde señaló rápidamente que se limitaría a seguir el precedente. La votación tuvo como resultado 3-0 a favor de la certificación; el otro republicano se abstuvo.

Después de eso, las fichas de dominó fueron cayendo, una tras otra. Pensilvania, Wisconsin y el resto de los estados certificaron a sus electores. Los funcionarios republicanos en Arizona y Georgia se enfrentaron al acoso de Trump. Y el Colegio Electoral votó según lo previsto el 14 de diciembre.

Javier Amo Prieto