El pasado 14 de junio se cumplió un nuevo aniversario del cese de hostilidades en las Islas Malvinas entre las fuerzas armadas argentinas y el contingente invasor británico, de ese enfrentamiento iniciado el 2 de abril con el Operativo Rosario de recuperación de la perdida perla austral.
Decía Sun Tzu “si quieres saber cómo te fue en la guerra, pregúntale a tu enemigo” y preguntándole al Comandante de los invasores me responde: “Francamente, si los argentinos pudieran solo respirar sobre nosotros, ¡NOS CAERÍAMOS! Tal vez ellos están igual. Solo cabe esperar que así sea, de otra manera, estamos listos para la carnicería.”[1]
Inexplicablemente, horas después, por órdenes llegadas de Buenos Aires, el General Menéndez pide parlamentar y se acuerda un cese de hostilidades, no una rendición. Por eso podemos decir que nuevamente una guerra se pierde en Buenos Aires, no en Malvinas.
¿Qué les había pasado a los británicos en esta campaña contra la perla austral de la Hispanidad?
Contra 649 bajas causadas a la Argentina, de las cuales sólo 315 fueron en combate en Malvinas ya que el resto son del Crucero Gral. Belgrano y de un accidente de helicóptero, los británicos sufrieron 255 bajas, además de innumerables heridos.
Como decía uno de sus jefes: “No fue un picnic”[2], fue una lucha tremenda entre soldados que se comportaron valientemente de ambas partes y tambien caballerosamente en ambas partes, como hay cientos de testimonios, algo ya no acostumbrado en el siglo xx de horrores de guerra.
Destacaron por su profesionalismo, valor y decisión los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina y de la Fuerza Aeronaval que provocaron tremendos daños a la Task Force.
Buques hundidos o destruidos: Destructores Sheffield y Coventry; Fragatas: Ardent y Antílope; Buques logísticos de desembarco: Sir Galahad y Sir Tristan; Portacontenedor de gran porte: Atlantic Conveyor. Buques fuera de combate: Fragatas: Alacrity, Avenger, Arrow y Argonaut; Cruceros livianos: Antrim y Glamorgan. Buques averiados de consideración: Fragatas: Brilliant, Broadword, Plymouth y Ambuscade; Buque logístico de desembarco: Sir Lancelot. Buques averiados: Portaaviones: Hermes e Invencible; Destructor Exeter.
Muchos de los barcos dañados fueron reparados de maquillaje en su retorno a Gran Bretaña para no mostrar las cicatrices de tremenda paliza.
Malvinas es una bandera que sigue enhiesta en el Atlántico Sur y nos recuerda que la lucha de la Hispanidad contra el Imperio Británico, sus logias masónicas y el poder de la banca que mediatiza y maneja su gobierno: NO HA TERMINADO.
Es un eco más de las luchas que seguimos librando en la Hispanoamérica contra ese enemigo natural que continúa hundiendo sus garras en nuestras entrañas.
Unos años después del final de la guerra, durante el tristemente célebre gobierno de Carlos Saúl Menem, la nueva década infame que sufrimos en la Argentina, se firmaron los Pactos de Madrid con Gran Bretaña (1989 – 1990) con los cuales el gobierno argentino consintió mediatizar a su país según las directivas del británico. Ya el gobierno anterior de Raúl Alfonsín había instaurado el nefasto proceso de desmalvinización, por el cual la palabra Malvinas era una mala palabra, el haber estado allí era mostrado como un signo de locura y algo de lo cual debíamos olvidarnos rápidamente.
La Inteligencia británica trabajó arduamente con cipayos argentinos para tratar de quitar todo resto de orgullo malvinero de nuestro pueblo argentino y si bien lo consiguió en determinados grupos, con el tiempo ha vuelto a aflorar porque la causa de Malvinas está en el corazón de la Argentina sana.
Es un jalón más en la lucha iniciada en las invasiones inglesas de 1806 y 1807, en la Guerra del Paraná de 1845 a 1850.
Y a pesar de las maniobras británicas para destruir nuestro ser, no lo puede lograr y van apareciendo por aquí y por allá quienes resucitamos una mirada crítica del proceso de secesión, fragmentación y dominación del siglo XIX.
Porque los pueblos hispanoamericanos tenemos una misma geografía, una misma lengua, una misma Fe.
Porque somos parte de las Españas sobre las cuales se tiende el manto sacrosanto de la Pilarica, y es la misma Virgen Santísima la que, a pesar del vómito infernal que fue el proceso secesionista, suscitó en muchísimos hombres de bien de uno y otro bando, el volver los corazones de los hombres a Ella.
En María Santísima, que ha aplastado todas las herejías, encontraremos el camino para lograr la ansiada unidad hispanoamericana y unidad de toda la hispanidad.
Esta unidad no se ha de lograr por acuerdos de salón, o declaraciones de micrófono. Esta unidad se ha de lograr empezando por la conversión de los corazones, al menos en un puñado fiel que sea el catalizador de un nuevo proceso que cierre viejas heridas y saque de las mismas las lecciones necesarias para un futuro de grandeza.
¡POR UNA HISPANIDAD UNIDA!
¡VIVA CRISTO REY!
¡VIVA MARÍA REINA!
Prof. Alberto Mensi
[1] Almirante John Woodward, “Cien días”, Ed. Sudamericana 1992
[2] “No picnic”, Julian Thompson, Comandante de la 3ra Brigada de Comandos