Era un secreto a voces, ya lo sabíamos nosotros y lo sabían ellos y todos lo sabían, excepto los adictos a la televisión (que no son pocos), que ni saben nada, ni de nada se enteran. Lo que no sabíamos era que el Tribunal Constitucional lo iba a decir, me refiero a la inconstitucionalidad de la declaración del estado de alarma. Teniendo en cuenta quienes nombra a sus miembros, era lógico pensar que no lo iba hacer, pero era algo tan palmario, tan evidente, que no le ha quedado otra salida. Eso sí, sólo declaran incostitucionales parte de las restricciones, y que el que manda, manda.
Pues bien esto, cómo no, ha llegado tarde y timoratamente, algo tan importante como la privación de los derechos más esenciales de cualquier persona, llega un catorce de julio de 2021. Más de un año de retraso, cuando ya no está vigente, es casi peor que si no hubiera dicho nada. Ahora el gobierno y sus secuaces se estarán riendo de nosotros diciéndonos: “Os tuvimos encerrados en vuestras casas y vosotros aplaudiendo desde la ventana y tan contentos”. Vaya, que este pronunciamiento del Constitucional, no sirve para nada.
Quizá lo peor de esto es, que todos, TO-DOS, los partidos presentes en las Cortes, apoyaron esta medida inconstitucional, son esos partidos que dicen que nos representan. De los partidos antisistema, se podría entender, pero de los partidos cons-ti-tu-cio-na-lis-tas, no se debería esperar esto. Y sin embargo así fue. Con ello nos han demostrado para lo que sirve esa Constitución que tanto les gusta y de la que tanto presumen.
Si un Estado encargado de velar y asegurarnos nuestros derechos más esenciales; que lo son, no porque lo diga la Constitución, sino porque nacimos con ellos y no es necesaria ninguna declaración de derechos para tenerlos, se dedica a privarnos de ellos; está claro que es el Estado el que sobra, me refiero a este “Estado de derecho”, que nos asegura esa democracia por la que los partidos que dicen representarnos, repito: TO-DOS, nos encerraron en casa, arruinaron a miles de empresas, mandaron al paro a miles de personas, (algunos llegaron a suicidarse), multaron a otras tantas… y metieron el miedo en el cuerpo a eso que llaman ciudadanía, y que no son otra cosa que personas, y a saber si algún día consiguen vencerlo. Ahora, ¿quién arregla todo eso? Esos partidos desde luego que no.
Lo lógico, un día después de conocerse la noticia, habría sido que el presidente del gobierno, hubiera dimitido con todos sus ministros y todos “nuestros representantes” de las Cortes; y que sus patrimonios, sueldos, prebendas, pensiones vitalicias y demás privilegios, se emplearan en indemnizar e intentar revertir en la medida de lo posible, los daños causados. Pero no, no esperen eso, que este sistema constitucional, no tiene previsto algo semejante.
En Italia hay dicho que reza así “¿piove?, ¡porco governo!”. Con este título, se han escrito muchos artículos, donde a la vez de criticar a la actitud poco disciplinada de los italianos, nos exhortaban a no ser como ellos, a ser obedientes al gobierno de turno. Pues, a pesar de reconocer que un gobierno no tiene que tener la culpa de todo lo que ocurre, no cabe duda que si los italianos son así, no es porque, casualmente, nazcan con un gen de desobediencia; más bien son así porque desde 1861 hasta hoy, han tenido tiempo de aprender los beneficios de la democracia liberal y a no esperar nada de sus gobiernos, sean del partido que sean.
Así que, si llueve, puerco gobierno, y si no llueve, puerco gobierno, puercos partidos políticos y puerco sistema.
El día que los españoles que siguen viendo la televisión la tiren a la basura, terminaremos aprendiendo, y es de desear que no se tarde tanto tiempo, y que no digamos “porco governo”, sino porco sistema, porcos partidos y que sepamos dar un puñetazo en la mesa y volver a nuestro sistema político TRADICIONAL, acrisolado siglo tras siglo.
Miguel Ángel Bernáldez