Bruselas, en concreto las oficinas centrales de la Unión Europea (UE), poseen una extraordinaria capacidad para pervertir al personal. No se llega a Bruselas de la misma forma que se sale: se sale mucho peor de lo que se llega.

Ahora bien, el proceso de corrupción de la aristócrata-consorte alemana, Úrsula Gertrudis von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha resultado mucho más acelerado que el de sus predecesores. Gertrudis se ha sumado con entusiasmo a los contravalores de la Unión a velocidad de vértigo y, concretando, doña Úrsula se dedica a perseguir a los dos únicos países cristianos que quedan en la Unión Europea, tras la deserción de Francia, Irlanda, Italia y España. Es decir, doña Úrsula se dedica a perseguir a Hungría y Polonia, con un cinismo creciente.

De forma bastante cínica. Ejemplo: el martes 7 de septiembre, la presidenta de la Comisión nos sorprendía con su incitación a los tribunales europeos para que impongan sanciones y multas a los polacos. La Europa post-comunista no perdona que Polonia fuera el país que terminara con el leninismo, la mayor y más sangrienta dictadura sufrida por Europa durante la era moderna.

¿Y es justa la arremetida contra la reforma judicial polaca? Por supuesto que no. Lo que pretende la conservadora, que no socialista, presidenta de la Comisión Europea, es desprestigiar al cristianismo polaco.

Lo cierto es que la reforma judicial polaca es un calco de la española: es el parlamento quien elige al poder judicial y, más en concreto, lo que pretendían los polacos no era doblegar la independencia judicial sino terminar con el comunismo en la judicatura.

Además, en Estados Unidos e Inglaterra el jefe del Estado es quien nombra al poder judicial, y los nombrados, al menos en el Supremo norteamericano, permanecen en el cargo hasta su muerte. Ahí radica su independencia: el Gobierno puede nombrarlos pero no cesarlos.

Los polacos no pretenden tanto. Ahora los nombra el Parlamento, como en España. Pero, claro, no es lo mismo: Sánchez es progresista y merece todos los aplausos de Úrsula Gertrudis. Es más, Sánchez es un alfil del pensamiento progre (no, lo de pensamiento progresista no es una contradicción en origen, pero casi), cuyo contenido es simple: abajo los curas y arriba las faldas.

En resumen, Bruselas pretende que Polonia y Hungría se marchen de la Unión Europea para que no contaminen al resto, donde impera ese consenso progre, mientras que Varsovia y Budapest mantienen una cosmovisión cristiana y luchan por ser coherentes con los principios cristianos que inspiran a Europa. Por eso les persigue doña Úrsula Gertrudis. Y lo hace con saña y con un aparato de propaganda que en España está representado por casi todos los medios tradicionales, especialmente por la pública RTVE.

Eulogio López

Publicado en Hispanidad – 08/09/2021

Úrsula Gertrudis se ensaña, de nuevo, con Polonia (hispanidad.com)

 

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