En el subsuelo español existen importantes yacimientos de materias primas esenciales para la informática, la electrónica y las energías renovables. Sin embargo, unos 25 proyectos para explotar estos minerales están paralizados, entre otras razones, por la presión ecologista
España es una mina con enormes recursos aún sin explotar. En su subsuelo existen importantes yacimientos de las llamadas materias primas críticas; esas que son esenciales para fabricar móviles, ordenadores, energía solar, coches eléctricos, baterías e infinidad de productos tecnológicos o industriales. Sin embargo, unos 25 proyectos para explotar estos minerales estratégicos están paralizados como consecuencia del rechazo ecologista, las protestas de algunos sectores de la sociedad, el inmovilismo de las Administraciones o, incluso, las denuncias de empresas de la competencia.
A pesar de disponer de recursos que incluso podría exportar, España –igual que el resto de Europa– sigue dependiendo del suministro de países tan poco fiables como China, que ha empezado a recortar los envíos de determinadas materias primas. El desabastecimiento ha obligado a reducir la producción en muchísimas fábricas y estos recortes amenazan con provocar un parón industrial de consecuencias catastróficas. La lista de las materias primas críticas va cambiando con el paso del tiempo, en función de su demanda y disponibilidad. En estos momentos la integran 30 minerales, según el último listado elaborado por la Comisión Europea, que hace un año la amplió e incluyó por primera vez el litio, la bauxita, el titanio y el estroncio. Hasta hace poco, estas materias primas apenas suscitaban interés comercial, pero su demanda y su precio se han disparado en todo el mundo en los últimos tiempos, fundamentalmente por el desarrollo de la electrónica, la informática y las energías renovables.
Localizar yacimientos
«En España tenemos indicios de que puede haber yacimientos económicamente aprovechables de al menos 17 de esas 30 materias primas críticas», explica a ABC Roberto Martínez Orío, jefe de área de Recursos Minerales del Instituto Geológico y Minero de España. Una de las misiones encomendadas a este organismo es localizar indicios de yacimientos de materias primas: «Tomamos muestras de rocas en un territorio y las analizamos para determinar si hay presencia de un material. Una vez identificado, introducimos la información en nuestras bases de datos y cartografías. A partir de ahí, funciona un régimen de concesiones en el que la Administración Pública concede a una empresa privada la exploración y eventualmente la explotación de un yacimiento y se está a la espera para ver si verdaderamente disponemos de esos recursos».
Peligrosa dependencia
Según algunas fuentes del sector minero, España es el tercer país de Europa en recursos de materias primas críticas y el segundo en tierras raras, nombre que agrupa a 17 elementos químicos esenciales para producir distintos productos tecnológicos, entre ellos energías renovables. En la actualidad, el 95 por ciento de las tierras raras que recibe Europa proceden de China. «Si la exploración de los yacimientos confirma los indicios, España podría ser uno de los países de la Unión Europea con mayor riqueza en varios de estos minerales», afirma Martínez Orío, quien sostiene que «los países escandinavos, España y Portugal son los que presentan un mayor potencial».
Sin embargo, hoy por hoy, Europa sigue sufriendo una peligrosa dependencia de terceros países. «Salvo el cobalto, que suministra Finlandia, y el hafnio, que viene de Francia, el principal proveedor del resto de las materias primas procede de fuera de Europa. A nadie se le escapan las consecuencias geopolíticas» de esta dependencia, explica el ingeniero de Minas.
«Nos aprietan cada vez más y somos muy dependientes de países con los que no tenemos una relación comercial muy estrecha o capacidad de influir. Dependemos de China para el suministro de la mitad de estas materias y estamos sujetos a que de la noche a la mañana dejen de suministrarlos o suban mucho los precios, lo que genera unas tensiones enormes en los sectores industriales. Reducir esa dependencia sería muy beneficioso», añade. Con el fin de reducir la dependencia externa, la Unión Europea está animando a explotar los recursos de los países miembros. Sin embargo, no es tarea fácil poner en marcha un proyecto minero en España. «Ahora hay unos 20 o 25 proyectos en distintos cajones» de la Administración española a la espera de recibir los permisos necesarios para la extracción, explica Vicente Gutiérrez Peinador, director general de la Confederación Nacional de Empresarios de la Minería y de la Metalurgia (Confedem) y secretario general de Primigea (asociación que representa a los subsectores de la industria extractiva no energética). «Explotar estas reservas de ingeniería metálica de todo tipo (tierras raras, cobre, wolframio, estaño, etcétera) equivaldría a crear unos 20.000 puestos de trabajo y supondría unos 6.000 u 8.000 millones de euros en inversiones extranjeras, sobre todo canadienses (que ya tienen más de 3.000 millones invertidos en España) y australianas».
Empleo e infraestructuras
Estos proyectos «generarían empleo estable, porque las inversiones son a largo plazo, de quince a veinte años como mínimo, y como muchos de los yacimientos están en la España vaciada, aportarían infraestructuras, como carreteras, agua, electricidad, gas natural en algunos casos y hasta ferrocarril. Cuando la mina se cierra, esas infraestructuras se quedan», sostiene. Aunque las leyes españolas y europeas son cada vez más exigentes con el cuidado del medio ambiente, la minería sigue suscitando el rechazo de los grupos ecologistas, que tratan de movilizar a las poblaciones afectadas en contra de estos proyectos. «La actividad minera actual, especialmente la que se desarrolla en la Unión Europea, cumple unos estándares muy alejados de lo que sucedió en los años del desarrollo, en los 60, 70 y 80. Desde entonces se han producido muchas modificaciones legislativas que hacen que la actividad minera sea cada vez más respetuosa con el medio ambiente. No cabe duda de que es una actividad que tiene cierto impacto en el territorio, porque consiste en la extracción de materiales del suelo y el subsuelo, pero se han incorporado actividades de restauración y rehabilitación de los terrenos», explica Martínez Orío. «Ya no se entiende un proyecto minero sin una restauración y rehabilitación que cumpla con toda la legislación ambiental».
Al rechazo ecologista, se suman otras dificultades del sector. «Uno de los grandes problemas que tenemos en España es que los técnicos de la Administración están temblando porque firman un proyecto y luego viene alguien y les denuncia por prevaricación. Ahora mismo hay catorce personas encausadas, y la mayor parte son técnicos de la Administración andaluza que fueron denunciados por una empresa que no ganó el concurso denunciado», lamenta Gutiérrez Peinador.
El caso de Matamulas
Uno de los proyectos que se encuentra paralizado en España es el de Matamulas (Campo de Montiel), donde hay un yacimiento de tierras raras. Su explotación cubriría alrededor del 20 por ciento de la demanda europea en 2030 para fabricar turbinas eólicas y coches eléctricos. Sin embargo, el proyecto está a la espera de la decisión del Tribunal Supremo, después de que el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha rechazara los derechos de explotación por una declaración de impacto ambiental negativa presentada por el Gobierno socialista de García Page y Podemos, según la cual la explotación afectaría al hábitat de especies protegidas como el lince ibérico y el águila imperial.
«Es muy fácil inventarse algunos datos medioambientales», sostiene Gutiérrez Peinador. En su opinión, los ecologistas están trasladando el «mensaje de terror de que todo produce daño ambiental» y, para ello, «enseñan proyectos de China y Mongolia, donde no existe ningún control ambiental». También argumentan que producen radiactividad, «pero no es verdad. Los minerales tienen una pequeña radiactividad natural, como todas las cosas, pero no se puede decir que sean radiactivos». Según el director general de Confedem, «Matamulas sería la mina más sencilla del mundo porque el mineral está en forma de grava. Se explotaría con un camión, una pala y una criba móvil, que dejaría in situ el 95 por ciento del material que mueve. Se haría sin explosivos, porque no se necesitan y con una profundidad de dos o tres metros. Ese sería el gran impacto ambiental», sostiene.
Sin embargo, Gutiérrez Peinador sospecha que «hay algo detrás, y fuerte, para que no se abra esa mina», y apunta que su explotación permitirá abastecer el mercado europeo y posiblemente exportar fuera, por lo que «se presenta como un enemigo para todas las empresas secundarias, las que están importando ese material de China». «Ese tipo de movimientos lo conozco muy bien porque he estado en otras empresas y hubo prácticas de esa naturaleza por parte de la competencia para desacreditar y tratar de frenar un proyecto en marcha. Lo saben hacer», sostiene. Pero, advierte, «la realidad es que España y Europa se pueden quedar sin ese recurso y seguiremos dependiendo de China. Por lo tanto, cambiamos la dependencia de los combustibles fósiles por la dependencia de China, y yo no sé qué es peor».
Paradójicamente, la compra de minerales a China no suscita grandes protestas ecologistas, a pesar de que es el país más contaminante del mundo y de que utiliza presos como mano de obra barata. Algo parecido pasa con el coltán, roca de la que se extraen niobio y tantalio, indispensables para la industria tecnológica. El 90 por ciento del coltán procede del Congo, cuyas minas se explotan en condiciones inhumanas por niños y adultos, y sin ninguna protección al medio ambiente.
El panorama español
A pesar de las dificultades, en España «ya se están produciendo algunas materias primas críticas, como la fluorita en Asturias y Andalucía; el wolframio en Castilla y León, y niobio y tantalio en Galicia. En Andalucía tenemos también la mayor mina de Europa de celestina, que produce el estroncio», relata Martínez Orío. Además, hay otros proyectos en las primeras etapas de exploración, «como los de tierras raras, de Matamulas, en Castilla La Mancha, y del Monte Galiñeiro en Galicia. Ambos se han paralizado por distintos motivos. En el caso del litio, cuya demanda se espera que se multiplique en los próximos años porque es fundamental para las baterías de vehículos eléctricos, se han descubierto yacimientos con mucho potencial en Extremadura y Castilla y León, y se encuentran paralizados en distintas etapas», relata el responsable del Instituto Geológico y Minero. «También están aflorando yacimientos de cobalto en Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura. El cobalto es esencial en movilidad eléctrica y hay una gran dependencia a escala mundial de las exportaciones del Congo».
Según este experto, «en España tenemos posibilidades de desarrollar algunas de estas materias críticas y sería necesario hacer una exploración exhaustiva para valorar nuestras posibilidades». En su opinión, los yacimientos de litio «nos permitirían abastecer a Europa. Y en conjunto con los yacimientos portugueses, que nos llevan la delantera porque ya han empezado a producir, podríamos estar abasteciendo el mercado europeo al menos en las próximas décadas. En el caso de las tierras raras, no podemos sustituir toda la producción que llega de China, pero sí reduciríamos parcialmente la dependencia y no seríamos tan vulnerables a decisiones externas».
Almudena Martínez-Fornés
Publicado en diario ABC – 05/11/2021
España es rica en minerales estratégicos, pero se los compra a China (abc.es)