Con el  nombramiento del nuevo presidente del gobierno, Pedro Sánchez, por tercera vez, y más de cinco años de mandato, hemos visto el acceso a ministerios de 22 nuevos titulares, y 4 vicepresidentas del gobierno, todas mujeres, que a Sánchez le gusta andar rodeado de señoras, que admiren su garbo, presencia y botox.

Lástima que ya peine canas, y esté envejeciendo, a ojos vista, como todos…

Es lo que tiene la apariencia, que solo se queda en eso, en lo superficial.

En Argentina han pasado de 22 ministros a 8, pero en España de 22 a 22, y podemos darnos por contentos que no haya nombrado 30 o  40 ministros, como Guinea Ecuatorial, por ejemplo.

Argentina quiere salir de la mierda, y Dios quiera que lo consigan, y España va directa a la mierda…

Y no lo digo, solo, por la existencia de tantos ministros, todos ellos con nula capacidad de gestión, sino a todo lo demás.

Sánchez  prometió el cargo ante el Rey, y es lógico.

Su lema es: “prometer hasta meter…, y luego, si te he visto, no me acuerdo”. (Y no sean ustedes mal pensados, me refiero a meter el voto en la urna).

A lo largo de mi vida, he tenido que jurar o prometer el cargo en numerosas ocasiones, y siempre he optado por jurar.

Primero por mis firmes convicciones religiosas, y porque creo que las personas que nos vestimos por los pies, juramos…, y los otros, los de lo políticamente correcto, según y cuando, hay que ponderar debidamente las circunstancias, dígame que quiere que ponga en el informe, dictamen, escrito de acusación o sentencia, etc., solo prometen.

En el caso de Sánchez es lógico que no  jure. Él se considera Dios, el Dios de sí mismo, y por lo tanto  no tiene que jurar ante nadie.

Y, por supuesto sin la presencia de los Santos Evangelios, el  Crucifijo, nada que le recuerde que es mortal, y que todo pasa, hasta él.

Dada la concepción mesiánica de su divina persona, con la creencia de que él, y solo él, es el  poder, del que emanan los, podríamos decir, poderes subalternos, ha nombrado a un ViceDios, en la persona de Félix Bolaños García (Real Decreto 835/2023, de 209 de noviembre), quién asume los tres poderes propios de una democracia, y un sistema de separación de poderes, en definitiva, un Estado de Derecho:

  • Ministro de la Presidencia (poder ejecutivo),
  • Ministro de Justicia (poder judicial), y
  • Ministro de Relaciones con las Cortes (poder legislativo).

En definitiva, unidad de poder.

Como Ministro de Justicia, podrá embridar a los fiscales, siempre defensores de la legalidad y del Estado de Derecho, e investigar a los jueces, fiscales y funcionarios que no hagan lo que se les diga, o que hayan destacado por su defensa de la legalidad.

Franco  decía que respondería ante Dios y ante la Historia, pero Sánchez, como  se cree Dios, y piensa reescribir la historia a su gusto, capricho y conveniencia, solo responderá ante sí mismo, es decir, ante nadie.

¡Qué país, qué paisaje y qué paisanaje!, como decía el  gran Unamuno.

Y lo  peor es el paisanaje…

Que cada uno entone su mea culpa, pues el llegar hasta aquí ha sido obra de todos nosotros, cada uno en mayor o menor medida.

Pero debemos formular el  propósito de la enmienda, resistir y revertir esta situación.

Nuestros antepasados, y nuestros hijos y nietos lo demandan.

Que así sea.

 

Ramiro Grau Morancho

Académico, jurista y escritor

https://www.graueditores.com

Ramiro Grau Morancho