Los partidos políticos se aprestan a celebrar el Día de la Constitución (todos, menos Vox), como si aquí no pasara nada, y, por supuesto, unos días antes del magnífico acueducto, que tampoco hay que sacrificar unos días de vacaciones, pagadas por nosotros, por el simulacro constitucional.

¿Pero qué tenemos que celebrar, cuando España se está desguazando de Ginebra, entre un prófugo de la justicia,  y los emisarios del tirano de la Moncloa…?

Sí, tirano, pues cuando se conquista el poder,  pero luego se utiliza en contra del  pueblo, del  programa electoral –un auténtico contrato sinalagmático- con el que se han conseguido los votos, se okupan las instituciones básicas del Estado (Tribunal Constitucional, Consejo de Estado, Fiscalía General, etc…), no eres un gobernante, sino un tirano.

Y es el caso que nos ocupa, y preocupa.

El cinismo y a cobardía del PP, participando en esos actos, como si aquí no pasara nada, merece el reproche de los electores, y estoy seguro de que lo pagarán en su día.

Pedro Sánchez ha llegado de nuevo al poder, como un elefante en una cacharrería, haciendo tabula rasa de todo, y como si no hubiera una España antes que él (nada menos que cinco siglos de historia), y quiero pensar que después de él.

Sic transit gloria mundi…

La cruda realidad es que la Constitución del  78 nunca se ha aplicado.

Los españoles nunca hemos sido iguales, y siempre ha habido compatriotas “más iguales” que los demás.

Por ejemplo, los miles de aforados, la mayoría políticos.

El acceso a los cargos y empleos públicos nunca ha sido con arreglo a los principios constitucionales de publicidad, igualdad, mérito y capacidad.

En los últimos tiempos, las oposiciones, prácticamente han pasado a ser un objeto de museo.

Los concursos de méritos –en realidad, afiliación a determinados partidos políticos o sindicatos-, los concursos-oposición, convenientemente amañados, los cientos de miles de nombramientos a dedo, el personal eventual, de confianza, etc., los altos cargos, que en la mayoría de los casos son “altas cargas”, constituyen una pesada losa sobre la débil economía española.

Pero los beneficiados, posiblemente millones, están encantados con la situación, al grito de “ande yo caliente, y ríase la gente”.

Y no hablemos del art.  9, 3., cuando dice que:

“La Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos”,

Porque todo ello es para ponerse a llorar, hasta el día del juicio final.

Nunca he sido un gran defensor de la Constitución del 78, precisamente por todos esos problemas y defectos.

Vid. el libro CONTRA EL RÉGIMEN DEL 78 (Obra y pensamiento de Ramiro Grau Morancho), de José Antonio Bielsa Arbiol, Grau Editores, Zaragoza, 2021, a la venta en Amazon,

Pero lo que estamos viendo, y sufriendo, supera ya todos los límites.

¡Hace falta una cara de cemento armado para celebrar el Día de la Constitución, de esa misma Constitución que se está destruyendo desde el Gobierno!

Requiescat in pace, R.I.P., Constitución del 78.

 

Ramiro Grau Morancho

Académico, jurista y escritor

https://www.ramirograumorancho.com

Ramiro Grau Morancho