Aunque pretenden encasillar, apartar, menospreciar, vilipendiar y matar civilmente a los «fachas», han llamado así ya a tanta gente que han acabado por desnaturalizar el término. De todos es sabido que el fascismo, el verdadero fascismo ideológico, es en España absolutamente residual. Pero bueno, a esta gente le da lo mismo, porque la cuestión no es decir la verdad sino, como apuntábamos, colgarle a uno una etiqueta políticamente incorrecta y marcarle como apestado, como indeseable social. Ahora bien, tal y como están las cosas, a un servidor lo de la fachosfera le ha hecho hasta gracia. Es más, Dios quiera que me den allí uno de los mejores asientos.

-FOTODELDÍA- MADRID, 20/11/2023.- Nueva manifestación contra la amnistía celebrada este lunes frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz, en Madrid. EFE/Rodrigo Jiménez

FACHOSFERA NIVEL ALTO

Para empezar, en la fachosfera hace frío en invierno y calor en verano; nadie ha oído hablar del supuesto cambio climático. Conducimos coches de combustión, nos importa un carajo nuestra huella de carbono, comemos carne, bebemos vino y están prohibidas las tortitas de avena. No comemos grillos ni gusanos, sino carne roja. El cerdo, que no falte. No hay ecoimbéciles con ecoansiedad, ni Gretas, ni pijoprogres urbanitas que van a tirar sopa a los cuadros en los museos. En éstos, dicho sea de paso, todo el mundo es capaz de entender lo que ve en un cuadro —o, cuando menos, de saber qué hay pintado—, y no se necesita un jodido manual de instrucciones ni un psiquiatra para interpretar una pintura. En la fachosfera tampoco hay ministros ignorantes que tengan necesidad de «reinterpretar» los museos porque conocemos nuestra historia, lo bueno y lo malo, y no tenemos que pedir perdón por ella. ¡Al contrario!

En la fachosfera hay homosexuales, pero no homosexualismo. En este bendito lugar sólo los hombres tienen pene y sólo las mujeres tienen vulva. En la fachosfera, por supuesto, nadie es tan sumamente imbécil como para hablar con la ‘e’; hablamos castellano, catalán o lo que sea, pero no hablamos progre. En la fachosfera no hay alergia al agua y al jabón como en algunos círculos de la progresfera, las mujeres no parecen orcos sacados de El Señor de los Anillos, se depilan las piernas y el sobaco y no odian a los hombres, ni los hombres a las mujeres.

La fachosfera es un sitio agradable, un reducto de paz libre de progres, donde uno puede hablar y hacer bromas, dentro de los límites que marca la educación y el sentido común, sin que una legión de puritanos y ofendiditos ponga el grito en el cielo. En la fachosfera no hay sindicatos parásitos, ONG’s, paguitas, ni okupas, pero no se le niega la ayuda a quien de verdad la necesita. Nos gusta eso que la progresía llama masculinidad tóxica. No usamos cremitas, somos brutos —unos más que otros—, distinguimos entre ser pacíficos y ser pacifistas y defendemos lo nuestro.

En la fachosfera hay Verdad, en mayúscula, y verdades, en minúscula; hay certezas, cosas sólidas con profundos cimientos; no existe «mi verdad» ni tu «verdad», y se cambia de opinión, si se tercia, previa reflexión y honradez intelectual, no según convenga como hacen otros. En la fachosfera se arrodilla uno sólo ante Dios. La fachosfera huele a incienso y la progresfera a azufre. En la fachosfera hay sentido común. No somos perfectos, claro está; hay bien y mal como en todos lados, virtud y defecto, y hay pecado, pero tampoco vamos de puritanos como en la progresfera. En la fachosfera, muchos creemos que la muerte no es el final, creemos en la trascendencia, y por ende pensamos que estamos aquí para hacer lo correcto y ganarnos una parcelita ahí arriba, aunque no siempre lo hagamos.

FACHOSFERA NIVEL MASTER

En la fachosfera, por desgracia, muchos creen todavía en la partitocracia. Algunos, los que van más perdidos, incluso en la Constitución, pero bueno, ya se les pasará. No hay agenda 2030, ni 2050, ni nada por el estilo, ni estamos a favor de la importación de productos que se producen en nuestro país —ni de exportar lo que necesitemos—. Nos cagamos en los que nos quieren quitar el dinero en efectivo, los que quieren controlar todos y cada uno de nuestros movimientos, nos ciscamos en los autoerigidos líderes del globalismo, en el foro de Davos, en los productores de carne sintética y en toda esa colección de vividores chupópteros que sangran a los trabajadores a base de impuestos mientras se tocan las pelotas y, lo poco que hacen, lo hacen para seguir esquilmándonos. Y es que en la fachosfera, que nadie tenga duda, están los verdaderos antisistema, es decir, los que defienden una cosmovisión no diferente, sino opuesta a la de la modernidad, o sea, opuesta a la concepción del mundo atea, relativista, igualitarista, capitalista, liberal, democrática, progresista, globalista y antropocentrista. Y seguro que algún ‘ista’ se queda en el tintero.

En la fachosfera están los que se rebelan contra la destrucción de la civilización occidental, o sea, de la Cristiandad, los que se rebelan contra la mentira institucionalizada, los que entienden la política como servicio y no como aprovechamiento personal o grupal, los que entendemos que las élites occidentales están contra el pueblo, los que aún sabemos lo que es una familia, los que aún tenemos patria. En la fachosfera hay piñatas, sí, pero no hay amnistía.

Joder, qué bien se está en la fachosfera. A ver si al final vamos a ser nosotros los que tengamos que reclamar la independencia. Qué narices, de hecho, vamos a hacerlo. Por favor, progres: no quieran meter al PP en la fachosfera, al menos no como organización. Su lugar es la progresfera, y si allí no les quieren porque necesitan un supuesto rival o enemigo, que se hagan su propia esfera, la pepesferacentrosfera o como quieran llamarla, bien centrada y moderada para no molestar a nadie o hacerlo lo menos posible. Gracias.

 

Lo Rondinaire

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