¡Cuando los enemigos de la Monarquía, y de la Constitución, te aplauden, algo estarás haciendo mal!
Tal vez no cumples con tu deber, y no haces lo que deberías hacer…
Los nobles del Sobrarbe, en el Alto Aragón, cuando elegían entre ellos un nuevo Rey, le hacían jurar así:
“Nos, que valemos tanto como vos, y juntos más que vos, os hacemos Principal, Rey y Señor entre los iguales, con tal de que guardéis nuestros fueros y libertades; y si no, no”.
Es decir, que el primer obligado a cumplir las leyes, los fueros, era el propio Rey.
Quedaba meridianamente claro que él sólo era un primus inter pares, pero nada más.
Desgraciadamente, Felipe VI ni siquiera es un primus inter pares.
El jefe del Estado, de facto, es Pedro Sánchez, desde 2018, y si le preguntas a cualquier niño quien es el jefe del Estado, la mayoría te responderán que Pedro Sánchez.
Yo he hecho la prueba…
De los poderes moderador y arbitral que habla el art. 56 de la Constitución, mejor no hablar, pues solo en una ocasión le he visto ponerse y estar en su lugar, el 3 de octubre de 2017, con motivo del golpe de estado separatista catalán.
Juan Carlos I impulsó y luego abortó el pronunciamiento militar del 23 F., como acreditan los más reputados historiadores, como don Jesús Palacios, y Felipe VI ha permitido el derribo de la Constitución del 78, por la vía de hecho, y sin mover una ceja…
De casta le viene al galgo.
¡Y esos mismos que ahora se desollan las manos aplaudiéndole, le lanzarán adoquines dentro de poco!
Confía la “educación”, atea y masónica, a colegios británicos, como si los buenos colegios españoles no estuvieran a su nivel, y el Caballero de la Orden de la Jarretera, parece más un Virrey para España del Reino Unido de la Gran Bretaña, que un auténtico monarca español, celoso de nuestra historia, religión mayoritaria, la católica, tradiciones y costumbres.
En diez años no ha tenido tiempo, ni ha debido de conocer a nadie con méritos suficientes para otorgarle un título nobiliario, pues debe de pensar que él ha obtenido la Corona por generación instantánea, como las setas.
Pues no es así, y su dignidad real emana de su padre, don Juan Carlos I, con sus luces y sombras, pero que reinó durante 39 años, y al que ahora ignora, como si no hubiera existido.
Y el reinado de Juan Carlos procede de la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, de 1947, del General Francisco Franco, que quiso restaurar la vieja monarquía borbónica, que tan malos servicios había prestado a nuestra Patria, eligiendo una de las ramas de los Borbones, en detrimento de otra con la que, posteriormente, enlazó su familia.
Pese a lo cual, y a las grandes presiones que sufrió de su esposa, hija, posiblemente hasta de su nieta, la hipotética futura reina, no movió un dedo para modificar esa ley fundamental, una de las siete que regulaban el sistema constitucional español, en beneficio de su propia familia.
¡Qué distinto a los políticos actuales, que sólo van a lo suyo!
Como decía San Isidoro de Sevilla: “Rex eris, si rectes fascias, si non fascias, non eri”, es decir, que serás Rey si obras correctamente, y con justicia, y si no, no lo serás.
Y para que Felipe VI está empeñado en no serlo…
Por mucho que los que le odian y desprecian le aclamen, pues les sirve bien para sus propósitos de dar un golpe de estado anticonstitucional, sin que se note demasiado.
Pero luego, cuando deje de serles útil, le darán la patada en el culo, y se quedarán tan felices, proclamando a Pedro Sánchez como presidente de la ex España.
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor