(Y también todos los Gobiernos de Aragón)
Cuando empezó el invento este de las autonomías, que han devenido en autonosuyas, se nos vendió la moto diciendo que entonces todo dependía de Madrid, y que ahora todo dependería de la propia región.
La realidad ha sido bien distinta. Se ha pasado de la dependencia de Madrid a la dependencia de la capital de la autonomía correspondiente, y si no, vayan a preguntarle a los andaluces que opinan del poder de Sevilla, o a los aragoneses de la acumulación de todos los organismos oficiales en Zaragoza…
Hace medio siglo, exactamente en 1974, ya nos advirtió el sociólogo don Mario Gaviria Labarta de este peligro, en su libro Zaragoza contra Aragón, muy denostado por las fuerzas vivas de la ciudad, faltaría más, y los diarios florero de la región.
(El libro lo firma conjuntamente con don Enrique Grillo, ambos ya fallecidos, en 2015 y 2018, respectivamente, pero creo recordar que la autoría principal es de don Mario Gaviria).
No he podido consultarlo, pues está en mi biblioteca de Laguarres, mi pueblo natal, y claro, no se trata de hacer 170 kilómetros de ida, y otros tantos de vuelta, para buscar un dato…
De cualquier forma, y para las personas realmente interesadas, he visto que hay ejemplares a la venta en internet, y supongo estará en las principales bibliotecas públicas.
La tesis de don Mario es que el crecimiento de una ciudad como Zaragoza se hace a costa del territorio que la rodea, que acaba desertizándose, con lo cual no es la solución al problema, sino parte del problema.
Pienso que la tesis es correcta, y que han sido los poderes públicos, encarnados en la Diputación General de Aragón, llamada pomposamente el Gobierno de Aragón (como si el gobierno de España aquí no pintara nada), quien ha contribuido, y mucho, a ese crecimiento desmesurado de Zaragoza, en perjuicio del resto del territorio aragonés.
Nuestra comunidad autónoma tiene 1.300.000 habitantes, más o menos, pero en Zaragoza nos concentramos más de 800.000 personas.
Es decir, entre las tres provincias, incluidas las dos capitales de Huesca y Teruel, albergan solamente unos 500.000 habitantes.
¿No es un grave problema de macrocefalia…?
Creo que todos tenemos claro que las empresas privadas se ubican donde consideran conveniente, y están en su derecho. Si se equivocan, problema suyo.
En ese sentido, la mayoría de las medianas y grandes empresas, están en Zaragoza, o alrededores, y obedece a la lógica del mercado.
Hay más consumidores de sus productos, bienes o servicios, se abaratan los costes de producción y transporte, hay más personal cualificado y mano de obra disponible, etc.
¿Pero que han hecho todos los Gobiernos de Aragón, tanto del PP como del PSOE, con la colaboración, siempre interesada, del PAR -a cambio de prebendas-, con ambos partidos…?
Pues exactamente lo mismo que las empresas privadas, centralizando todo, absolutamente todo, en Zaragoza, en detrimento del resto de Aragón.
A nadie se le ha ocurrido, por lo visto, poner las Cortes de Aragón en Huesca, por ejemplo, y el Justicia de Aragón en Teruel, o viceversa.
Ello hubiera contribuido a vertebrar mejor el territorio.
O ubicar las sedes de algunas consejerías en Teruel, Huesca, etc.
Por ejemplo, el departamento de “Desarrollo Territorial, Despoblación y Justicia” está en Zaragoza, faltaría más.
Acabo de ver un listado de la estructura del Gobierno de Aragón, y aparecen 48 organismos, nada menos, entre la Presidencia, 10 consejerías, 5 organismos autónomos, 13 organismos consultivos adscritos a un departamento, 4 institutos dependientes de un departamento, 2 organismos consultivos, 10 entidades de derecho público, y 3 instituciones más, las Cortes, la Cámara de Cuentas y el Justicia de Aragón.
¿Saben cuántos están ubicados fuera de Zaragoza capital…?
Pues, absolutamente ninguno.
En resumen, se nos vendió la moto de la autonomía, diciendo que iba a suponer terminar con el centralismo, pero la cruda realidad es que seguimos en el centralismo, solo que el foco de poder ya no está –tanto- en Madrid, como en Zaragoza, o la capital de cada una de las diecisiete autonosuyas españolas, o diecinueve, contando con las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
Y, la verdad, para este viaje, duplicar o triplicar el número de empleados públicos, el gasto, etc., no necesitábamos alforjas.
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor