El filósofo estadounidense Edward Feser publicó en 2022 un libro titulado ‘All One in Christ: A Catholic Critique of Racism and Critical Race Theory’, que llega ahora a España de la mano de Ediciones Cor Iesu, traducido por Jorge Soley Climent1. El libro, breve y de fácil lectura, está bien documentado y argumentado, y muestra dos vertientes: la primera, la postura de la Iglesia ante el racismo, con una doctrina clara al respecto que lo condena; la segunda, que nos muestra el intento de algunos personajes de justificar los males que sufren las minorías raciales a causa del intrínseco racismo blanco. La culpa es siempre de otro, ya saben. Estos son los que desarrollaron la llamada Teoría Crítica de la Raza (TCR en lo sucesivo).

Portada del libro de Feser

¿En qué consiste la TCR? Básicamente, sostiene que las desigualdades entre grupos étnicos son causadas por el racismo. Es más, sostener lo contrario es ya, en sí mismo, racista. ¿No les suena la cantinela? No se contempla ni por un momento que estas desigualdades puedan obedecer a una variedad de razones, ya sean de carácter cultural, histórico, geográfico, o lo que fuere, ni se hace el menor intento por comprender algo que, sin lugar a dudas, es complejo. En absoluto: la cosa, para estos llorones manipuladores, está clara: la culpa es de los blancos, de la supremacía blanca. Evidentemente, este patrón es aplicable siempre y cuando las desigualdades sean en contra de los no blancos. Cuando son a favor (por ejemplo, en el porcentaje favorable de deportistas profesionales negros en EE. UU. sobre el total) se ignoran. Es racismo sólo de ida.

Otra de las «grandes aportaciones» de la TCR es, como les decíamos, mis pálidos lectores, que son ustedes unos racistas de tomo y lomo. En su descargo, debemos decirles algo: no es culpa suya. Es una cosa congénita: «La identidad blanca es inherentemente racista [y] los blancos no existen fuera del sistema de supremacía blanca», sostiene Robin DiAngelo, autora de ‘Fragilidad blanca: Por qué es tan difícil para los blancos hablar de racismo’. La autora, si a esta hora no ha mutado, es blanca. O sea, una señora blanca ha escrito un libro sobre el racismo donde nos habla de la dificultad que tenemos los blancos para hablar sobre ello. Es magnífico, fantástico. Esta tía es imbécil desde primera hora, no le encontramos otra explicación. Pero a ver, entonces, si no es culpa nuestra, si supuestamente somos racistas porque Dios, la Naturaleza o lo que quieran estos de la TCR nos han hecho así, ¿por qué no dejan de darnos la murga a todas horas? ¡Cada uno es como es, oigan! Sean ustedes un poco tolerantes y respeten la diversidad. Pero la cosa no acaba ahí, no. Es que incluso los blancos antirracistas son, evidentemente, ¡racistas!: «El latido del racismo es la negación» y «el latido del antirracismo es la confesión», mantiene Ibram Kendi, autor de ‘Cómo ser antirracista’.

Según nos muestra Feser, para la TCR existe una especie de dominio mundial blanco. El mundo, nuestro mundo, es como es porque mandan los blancos para favorecer a los blancos: es el privilegio blanco o la supremacía blanca. Es lo que los progres llaman racismo estructural o sistémico. ¿Que esto es una simplificación gigantesca e indemostrable? ¡Y qué! ¡A ver si ahora las desigualdades raciales van a ser, ni que fuera remotamente, culpa de uno mismo! ¡Racistas! Según DiAngelo, “la supremacía blanca circula globalmente [y] esta poderosa ideología promueve la idea de la blancura como ideal para la humanidad mucho más allá de Occidente». Sí, sí, salta a la vista cómo se promueve la blancura por todo el orbe, es una cosa observable al primer vistazo, palpable. Por eso no paran de venir africanos a Europa, ¡para convertirse en blancos! Al fin lo entendemos todo.

Lo más paradójico de todo es que, al atribuir un racismo intrínseco a los blancos, dejan patente su propio racismo, como también lo hacen al verlo todo, absolutamente todo, desde un prisma racial. Vamos, que no paran de dar el coñazo con el racismo cuando los racistas de verdad son ellos. Pero bueno, ¿a quién le importa la verdad pudiendo vivir en una realidad paralela? Como se suele decir, ‘no dejes que la verdad te estropee una buena historia’.

Resumiendo, copo de nieve: es usted racista, quiera o no quiera, incluso si es antirracista. Por tanto, es intrínsecamente perverso y culpable —aunque se demuestre lo contrario— de los males de las «minorías» raciales. Y por tanto, debe usted pagar por ello: debe usted ser discriminado, como sostiene el citado Kendi: «El único remedio a la discriminación racista es la discriminación antirracista. El único remedio a la discriminación pasada es la discriminación presente. El único remedio a la discriminación presente es la discriminación futura». ¿Saben por qué esto no constituye lo que se conoce hoy en día como delito de odio? Porque lo dice un hombre negro. Si lo dijera un blanco… Además, usted, blanco despreciable, que en sus ratos libres no hace otra cosa que quemar cruces, debe ser silenciado, porque de lo contrario los teóricos de la TCR y sus amigues progres corren el riesgo de quedar en evidencia, porque su discurso es del todo irracional: es, como todas las políticas progres de identidad, puro resentimiento imaginario, pues se intenta fundamentar —en parte— en agravios que ellos no han padecido; es una «teoría» que busca lo emocional, y además es un discurso totalitario. ¿Que le lleva la contraria a la izquierda? ¡Fascista? ¿Que le lleva la contraria a las feministas? ¡Machista! ¿Que le lleva la contraria a los que fomentan la inmigración descontrolada? ¡Racista! Qué previsibles. Qué cansinos. Qué imbéciles.

Es usted malo, blanquito. Muy malo. Por tanto, no habrá paz para los blancos.

 

Lo Rondinaire


NOTAS:

  1. Traductor también de ‘Los tres diálogos y el relato del Anticristo”, de Vladimir Soloviev. Editorial El Buey Mudo, 2016.

Lo Rondinaire