Durante la dictadura de Primo de Rivera, el presidente de la Diputación de Barcelona, Josep M. Milà i Camps, acabó de restaurar el Saló de Sant Jordi (en el actual Palau de la Generalitat), revistiéndolo de pinturas con temáticas catalanas y patriótico españolas: como el recibimiento de los Reyes Católicos a Colón en Barcelona o el Compromiso de Caspe. También había murales dedicados a las batallas de Bruch, Lepanto y las Navas de Tolosa. En 2019 una comisión liderada por Pere Aragonés decidió «Cancelar» las pinturas, borrándolas. En 2023 se ejecutó la cultura «Woke» del independentismo.

La comisión decretó que «Era imperativo recuperar la grandeza, la majestuosidad, el vigor, la energía y la vitalidad del Saló de Sant Jordi. La Generalitat no se identifica con un ideal histórico catolicista, integrista y colonialista de esas pinturas”. Ahora las paredes lucen desnudas. No queriendo recoger la historia, las paredes se han convertido en una metáfora de lo que ahora es Cataluña: LA NADA MÁS NIHILISTA POSIBLE.

¿No querías un pasado «ideal histórico catolicista, integrista y colonialista «? Pues señores políticos, vayan a darse un garbeo por el Barrio de Ca n’Anglada, de Tarrasa y ya vislumbrarán cuál es el futuro de la Cataluña independentista.

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