Causas de la caída del imperio español y origen de la agónica desintegración de la identidad hispánica

 

En uno de mis últimos artículos, explicaba el nacimiento de la masonería y como ésta se había convertido en el arma secreta de los británicos para acabar con el imperio español. Lo cierto es que el tratado de Utrecht (1712/13) fue la antesala de este proceso, pues en él se despieza la parte europea del imperio, se le concede a Gran Bretaña el monopolio del Asiento hasta 1759, Gibraltar y Menorca se convierten en territorios británicos y el idioma francés substituye al español como lengua diplomática internacional. En estas condiciones se oficializa el movimiento masónico (1716/23) y pronto nace un plan para quitar a España el control del comercio de ultramar, plan que se transformará después de la pérdida de las colonias británicas en América (1776/83), convirtiéndose en el Plan Maitland cuyos objetivos empezarán a cumplirse con la invasión napoleónica de 1808 y las escisiones de territorios americanos que convirtieron 3 virreinatos ricos en 20 nuevas y endeudadas repúblicas, entre 1820 y 1830.

Esta descripción permite saber lo que ha ido pasando y como, pero quedan muchas dudas sobre el porqué, sobre todo si nos dejamos convencer por la leyenda negra sobre España. ¿Cómo analizar esta cuestión?

 Una intelectualidad sometida

Gracias a las reflexiones de un amigo en una tertulia de sobremesa de domingo, tuve la oportunidad de leer que el conocido psiquiatra español, Juan Antonio Vallejo-Nájera, en su tan ovacionada novela “Yo, el Rey”, donde relata el corto reinado de José Bonaparte, puso en boca del hermano de Napoleón la afirmación de que España era una nación de “dementes”.

José Bonaparte, como todos sabemos, nunca fue admitido como verdadero rey en España, porque su figura nos fue impuesta por la fuerza de las armas de un Dictador, que previamente había asolado los campos de batalla de Europa, responsabilizándose de la muerte de millones de personas y que, además, cuando entró en España, lo hizo por medio del engaño y arteras maquinaciones, haciéndose pasar por amigo para que le dejasen circular por tierras de España hacia Portugal. Y ya dentro de nuestro país, y a traición, tomó posesión de sus instituciones y el control de la vida militar, civil, institucional y económica, tal y como están haciendo hoy en día los “piratas del poder” que, al infiltrarse como famélicas termitas en los cimientos de nuestra arquitectura institucional, están a punto de conseguir el hundimiento completo de nuestro sistema y de nuestra identidad, lo que ni el propio Napoleón hubiera conseguido sin la intervención británica.

Podemos decir que aquella fue una invasión, en apariencia, de guante blanco, al menos al principio, pero que acabó generando una sangrienta guerra de independencia donde murieron cientos de miles de personas y se destruyeron casi todas las industrias españolas, muchas de ellas punteras tecnológicamente hablando, produciéndose, además, la disgregación del imperio español a través de múltiples guerras civiles de secesión, apoyadas y financiadas por Inglaterra, que ya se distinguió en España por su espíritu de rapiña.

En efecto, cuando el pueblo español se levantó en armas contra el francés, los ingleses entraron en España, con el pretexto de ayudar a los españoles, de esta manera, el pueblo español se encontró luchando contra 2 enemigos al mismo tiempo, Napoleón y Wellington, dedicándose este último a arrasar ciudades y pueblos enteros, pues su misión consistía en destruir el avance industrial y tecnológico que España había alcanzado desde que la máquina de vapor de Agustín de VENTACUORE se había vuelto más eficaz y productiva que la de James WATT. Aunque no conforme con la destrucción de la industria ibérica, se dedicó a expoliar todo el arte que fuese posible robar (incluso la gramática de Nebrija, fue robada. El 1º libro de gramática española se puede ver actualmente en el museo británico) y lo que no pudo robar, lo destruyó, como pasó en la sierra de Málaga donde arrasó las primeras fábricas textiles, los pueblos que las albergaban y, como ya tienen por costumbre, mataron a los obreros especializados que sabían hacerlas funcionar.

Cuando los españoles consiguieron expulsar a Napoleón, España había quedado asolada, con casi un 1/3 de su población muerta en la guerra o en muy mal estado y sin recursos materiales ni humanos para relanzar su economía. En tales circunstancias, los ingleses empezaron a apoderarse del imperio español utilizando a militares españoles que habían sobrevivido a Napoleón como marionetas. Así es como José Francisco de SAN MARTIN, soldado español, decidió – pagado por un país enemigo de España: Inglaterra – atacar a su propio país, desmontar sus instituciones y vaciar las reservas de oro de sus Administraciones, para entregar lo que de él quedase a sus pagadores, convirtiéndolo, extrañamente, en un “héroe libertador”. Está claro que tuvo mejor comunicación que Judas, y que recibió más de 30 monedas.

Pero ¿Por qué Francia invadió España? ¿Conocemos las motivaciones de Napoleón y las intenciones de su hermano José?

Bajo la influencia de la Leyenda Negra, aún hay algunas personas que piensan, inocentemente, que su intención era meter a España en el carril de los países civilizados, lo que para él quería decir: afrancesados, ya sea de grado o de fuerza. Y por eso muchos escritores atribuyen a José Botella, que así llamaban al hermano de Napoleón impuesto como rey en España, buenas y altruistas intenciones para sacar a España de su atraso secular.

¿Qué atraso secular tenía España?

Reconozco que a Pepe BOTELLA podríamos agradecerle dos cosas: legalizar de nuevo las Corridas de Toros y mejorar el volumen de ventas de algunos viticultores, pero por el resto de su acción en España desearía que nunca hubiese puesto un pie en nuestro territorio.

Volviendo a la ortodoxia y siendo un poco más serios, ¿de qué atraso hablaban los franceses?, ¿un atraso tan importante y peligroso como para exigir y justificar una invasión militar?

Pero si éramos tan atrasados y pobres como se nos dice, ¿por qué correr el riesgo de invadirnos, de sufrir una derrota y de provocar la muerte de cientos de miles de personas?, ¿qué sentido tiene?

A pesar de que muchos analistas consideraban bienintencionados a los franceses pues, supuestamente, querían sacarnos de nuestro atraso secular, yo los llamaría malintencionados y envidiosos, pues – no lo olvidemos – la pasión del corso por el oro era tan grande como la de los corsarios ingleses. No obstante, dirían las plumas disidentes, “cuando el río suena, ¡agua lleva!”, tomando por buena la propaganda negro-legendaria.

Por ello, creo necesario hacer el siguiente inciso que explica, aunque a muchos les sorprenda, la naturaleza del atraso español:

  • Recordemos que tan solo 4 años antes de la invasión de Napoleón, España aún era y estaba reconocida como la primera potencia mundial. De hecho, fue el único país que durante la epidemia mundial de viruela lanzó una expedición internacional para vacunar a una gran parte del mundo conocido. Expedición Balmis de 1803, que recorrió toda América, Filipinas y una parte de China. ¿Qué país atrasado hubiera podido lanzar una expedición de ese calibre, salvando cientos de miles de vidas e introduciendo novedades técnicas en la práctica de la medicina que salvarían muchas más vidas en las décadas posteriores? Ningún país europeo, salvando la excepción española, hubiera podido hacerlo en aquel momento.
  • Recordemos también, que una de las primeras cosas que se permitieron destruir las tropas napoleónicas fue el segundo telescopio más grande del mundo, situado en Madrid. Además, España, sola o asociada a otras Cortes europeas, realizó 63 expediciones durante el período conocido como de la Ilustración, más que ninguna otra nación en el mundo, lo que le valió el siguiente elogio del viajero y científico Alexander Von Humboldt: «Ningún gobierno ha invertido sumas mayores para adelantar en los conocimientos de las plantas que el gobierno español. Tres expediciones botánicas, las del Perú, Nueva Granada y Nueva España […] han costado al Estado unos dos millones de francos […] Toda esta investigación, realizada durante veinte años en las regiones más fértiles del nuevo continente, no solo ha enriquecido los dominios de la ciencia con más de cuatro mil nuevas especies de plantas; también ha contribuido grandemente a la difusión del gusto por la Historia natural entre los habitantes del país».
  • Por otro lado, sin un conocimiento profundo de la ciencia de la navegación y una tecnología de vanguardia, EL CANO no hubiera podido completar la primera circunnavegación de la tierra. De hecho, Felipe II fundó la primera Academia de Ciencias y Matemáticas (1582) de Europa y uno de los primeros museos de “ciencia en la historia” con sede en Valladolid, así como fue promotor de un conjunto de academias matemáticas por todo el imperio.
  • Pero no solo eso, España tenía la red más amplia de hospitales psiquiátricos de ese periodo. A iniciativa del padre mercedario Juan GILABERT JOFRE se había fundado en el siglo XV, en Valencia, el primer centro psiquiátrico del mundo con una organización terapéutica única.
  • No olvidemos tampoco a Juanelo TURRIANO, que vino a España a solicitud de Carlos I para construir dos famosos relojes astronómicos, el Macrocosmo y el Cristalino, capaces de indicar la posición de los astros en cada momento. Aunque su artificio más famoso, a parte el autómata elaborado para Felipe II, fue su sistema hidráulico para elevar el agua desde el río Tajo hasta el Alcázar de Toledo, situado a unos cien metros de altura.
  • Otro filósofo y científico de gran interés fue Domingo de Soto, de la Escuela de Salamanca, cuyos trabajos sobre mecánica son los cimientos de la obra de Galileo.
  • También merece nuestra atención Alonso de Santa Cruz que fue el primero en describir la variación magnética, y Juan López Velasco, que describió los eclipses lunares entre 1577 y 1578. La teoría heliocéntrica gozó en la España Católica, donde Copérnico era de lectura obligatoria, de gran vigencia, mientras Calvino (Protestante Francés) se dedicaba a atacar a Copérnico por osar colocarse por encima del Espíritu Santo y Kaspar Peucer (Protestante Alemán), yerno de Melanchton y profesor como él de la protestante Universidad de Wittemberg, pidió en 1551 que se prohibiera sus enseñanzas.
  • Otro personaje digno de mención fue Juan de HERRERA, arquitecto y matemático, director de las obras del Monasterio del Escorial y creador de las esclusas que permitieron la navegación por los canales de Aranjuez.
  • Después de HERRERA, no podemos dejar de nombrar a Miguel SERVET, filósofo, teólogo, filólogo, geógrafo, astrónomo, fisiólogo y médico, cuyo descubrimiento sobre la circulación sanguínea sería fundamental para toda la ciencia médica. No obstante, fue ordenada su muerte por el protestante francés Calvino, cerca de Ginebra.

El número de personalidades científicas españolas, clave en el desarrollo de la ciencia europea es tal que resulta imposible nombrarlos a todos en este artículo, como a Juan de LASTANOSA, ingeniero hidráulico, Nicolás MONARDES, botánico, Jerónimo de AYANZ y BEAUMONT, ingeniero e inventor con más de 50 patentes, Hugo de OMERIQUE, matemático, Celestino MUTIS, agrónomo, botánico y terapeuta, que introdujo la quinina en Europa, aunque fuese una planta considerada demoníaca por los protestantes. También citaremos a Jorge JUAN, el primero en medir la longitud del meridiano terrestre en una expedición naval realizada entre 1736 y 1744, o Félix de AZARA que se dedicó a catalogar hasta 448 especies (preferentemente pájaros), corrigiendo por el camino la identificación y descripción de muchas especies sudamericanas que el famoso francés Conde de Buffon había anotado mal. Su trabajo facilitó que Charles Darwin desarrollara su teoría sobre «El Origen de las Especies», como el propio británico reconoció. Recordemos también la epidural de MIRAVE, el submarino de Isaac PERAL, el dirigible de TORRES QUEVEDO o el primer traje espacial de Herrera LINARES y el autogiro de Juan de la CIERVA.

No hay espacio para hablar de todos los científicos, creadores y analistas de esos tres siglos de la historia de España. ¿De dónde viene entonces esa leyenda de España como país atrasado y casi completamente cavernícola?

Difícil decir de dónde viene, pero lo que sí es cierto es que esta corriente de pensamiento ha penetrado y se ha extendido en todo el pensamiento occidental, sobre todo si damos crédito a las mentiras y a las omisiones de muchos autores de la época, la mayoría franceses, ingleses, holandeses y alemanes.

Continuará

 

José Francisco Rodriguez Queiruga

Economista, jurista y presidente de la Cámara de Comercio Latinoamericana en Francia

Ex secretario general de la Federación Europea de Cámaras de Comercio Españolas

José Francisco Rodríguez Queiruga