Para entender lo que acontece en España, Iberoamérica y Europa hay que analizar el papel de Pedro Sánchez en la política mundial.

Su nombramiento como presidente de la Internacional Socialista (IS) tiene y tendrá enorme transcendencia. La tiene porque manifiesta a las claras que lo importante no es respetar la legalidad ni presentar una gestión en su país, España, de la que enorgullecerse. Él contravino por dos veces la Constitución. Su cuaderno de Control de Gestión nacional destaca por los malos resultados. Gobierna de manera cuasi dictatorial, recurriendo continuamente a los Decretos-ley. Sus socios de gobierno, de facto, son quienes pretendieron romper la unidad nacional y han manifestado su intención de intentarlo de nuevo. Se acaba de aprobar una ley cuyas consecuencias es la excarcelación de violadores y pederastas. En el pasado Consejo de Ministros se presentó un anteproyecto de ley que pretende instaurar 16 tipos diferentes de familia; suma y sigue.

¿Qué tiene, entonces, este hombre para alcanzar semejante puesto? Su eficacia y velocidad en la implantación del programa del socialismo fabiano (SF) conocido como Agenda 2030.

La Sociedad Fabiana se creo en 1884 como una corriente heredera del socialismo utópico de Owen. Su pretensión: pasar del capitalismo al socialismo de manera gradual no revolucionaria, sin lucha de clases, buscando la colaboración de proletarios y burgueses. Sus emblemas, una tortuga y un lobo cubierto con piel de cordero, se explican solos.

Engels los despreciaba y los fabianos despreciaban los métodos revolucionarios del llamado socialismo científico.

¿Qué caracteriza a la sociedad fabiana?

-Como dije supra, en primer lugarla gradualidad en la consecución de sus metas.

-Mientras Marx y Engels promulgaban la emancipación y la elevación de la clase trabajadora hasta constituirla en la clase dominante, los fabianos promueven reformas sociales a fin de apaciguar las reivindicaciones obreras.

-Profundamente aristocrática y antidemocrática.

“Cada hombre debe tener poder de acuerdo a su conocimiento y capacidad. Un socialismo democrático controlado por votos mayoritarios (…) nunca podrá triunfar; un socialismo verdaderamente aristocrático, controlado por el deber, guiado por la sabiduría, es el siguiente paso hacia arriba en la civilización” (Annie Besant)

-Propugna una sociedad estamental -cuando no, de castas-, cuya segregación comenzaría desde la escuela. Bertrand Russell, uno de los fabianos más destacados, definió un modelo educativo cuyos aspectos claves son los siguiente:

Establecer dos sistemas claramente diferenciados. Uno, dirigido a la mayoría de la población. Otro, a las minorías llamadas a gobernarla. Su implantación habría de hacerse en el más absoluto secreto. Los dominados nunca deberían saber, ni siquiera sospechar, la existencia de tal discriminación.

Establecidos los dos sistemas, el siguiente paso consistiría en hacer que los alumnos de las clases no dirigentes fueran educados para creer que “la nieve es negra”. En otras palabras, para que no tuvieran acceso al conocimiento real de las cosas, sino a un adoctrinamiento capaz de hacerlos más dóciles a los designios de sus élites.

A Russell le preocupó el posible coste desmedido de implantación de este modelo, por eso afirmó que “los científicos y psicólogos determinarán si conseguir que los estudiantes crean que la nieve es negra sería muy costoso (…)”. Por tal motivo, aconsejó una implantación gradual: “si fuera muy costoso, en un primer paso habría que conformarse con hacer que los estudiantes crean que la nieve es gris”.

El tercer paso pondría su ojo en neutralizar cualquier disidencia entre los educandos. Para conseguirlo, definió la siguiente estrategia: “(…) los que no aceptaran que la nieve es negra o gris sean considerados unos excéntricos”. La situación perfecta sería aquella en donde el disidente fuera ridiculizado por sus propios compañeros.

El cuarto y quinto paso tendrían por objeto asegurar el adoctrinamiento de forma generalizada. La manera de conseguirlo sería con dos medidas: Una, la escolarización obligatoria; dos, adelantando dicha escolarización a edades muy tempranas. Consideró la edad de 4 años la idónea para arrancar a los niños de los brazos paternos, ya que es entre esta edad y los 8 años cuando es más fácil moldear los cerebros para que acepten con naturalidad que la nieve es negra.

El sexto paso sería la implantación de la ciencia como una nueva religión.

-Economicismo.

En 1895, el matrimonio Webb fundó la London School of Economics -LSE-institución que acabaría teniendo gran prestigio académico y, además, apadrinada por la Casa Rothschild; hecho nada extraño, teniendo en cuenta el apoyo de los fabianos al sistema financiero del Imperio Británico.

-Cientifismo.

Russell era consciente de la pérdida de influencia paulatina de las religiones como moduladores de la conducta humana. Los nuevos mandamientos ya no serían de índole moral ni los nuevos pecados consecuencia de su incumplimiento. Los nuevos mandamientos nacerían de postulados científicos y su inobservancia duramente castigada como un pecado mortal, no ya en la otra vida, sino en esta.

-Resueltamente imperialista.

Los fabianos defendieron los intereses del capital financiero inglés. Asimismo, han sido defensores de un sistema nacional educativo como instrumento de adoctrinamiento imperialista de los educandos, así como de la superioridad moral inglesa para dominar el mundo:

“Es en las aulas (…) donde ya se están perdiendo las futuras batallas del Imperio (…)” (Bernard Show) Para el famoso dramaturgo, “El imperialismo es la nueva etapa de la política”. Y se preguntaba “si Gran Bretaña sería el centro de un imperio mundial (…) o terminaría como dos islas en el Atlántico Norte. “

“Hasta que la Federación Mundial se convierta en un hecho consumado, debemos aceptar las federaciones imperiales disponibles más responsables como sustitutos”. Bernard Show llegaría a manifestar gran admiración por Mussolini y Stalin, entendiendo que la dictadura era el único sistema político viable.

EN SUMA: La Sociedad Fabiana promueve una Federación Mundial bajo un gobierno único no democrático, controlado por una aristocracia estamental (donde el ascenso social sería muy difícil) dirigiendo a una población mundial desarraigada y científicamente planificada, que tenga lo suficiente para comer.

La aristocracia estamental sería de raíz anglosajona, pues se consideran con capacidades superiores al resto.

La planificación científica incluye el control de natalidad y de la extensión de la esperanza de vida.

Los fabianos han temido siempre los disturbios y las revueltas populares, por eso han sido grandes ideólogos del pacifismo (una herramienta de control social, no de convivencia) grandes estudiosos del comportamiento social y defensores de derechos de nuevo cuño con el fin de atomizar a la sociedad para que la “masa sucia” se enfrente entre sí.

Con la llegada de Tony Blair al poder -ilustre fabiano al igual que Gordon Brown- la tradicional entente entre la SF y el poder financiero se amalgamó con mayor precisión, dando lugar al llamado Nuevo Socialismo, germen del Socialismo del Siglo XXI predominante en la política Iberoamericana actual.

Este socialismo no tiene nada que ver con el preconizado por Marx y Engels. Éstos buscaban la dictadura del proletariado. El socialismo de la Internacional Socialista presidida por Pedro Sánchez, cuyo hijo predilecto es el Socialismo del Siglo XXI capitaneado por el Foro de Sao Paulo; este socialismo busca la dictadura de lo que siempre se llamó la plutocracia mundial. Es la plutocracia mundial la que va a arrasar con nuestras libertades, no el proletariado aupado como clase dominante.

El mundo hispánico -siempre el mundo hispánico en el ojo del huracán- será el primero en pagar las consecuencias de esta aberración; de ahí el nombramiento de Sánchez.

Esto no va de marxismo. Los fabianos nunca lo fueron. El fundamentalismo, sectarismo y desconocimiento político de la gente, junto con la ignorancia/arrogancia de los mayores comunicadores hace que se señale con el dedo como culpables a quienes no lo son. El PSOE, el PCE actual, al igual que Podemos y sus franquicias, no son marxistas revolucionarios, son fabianos al servicio -disculpen mi insistencia- de la plutocracia mundial.

En este rompecabezas falta un actor clave. Doy mi palabra de honor que a él dedicaré mi próximo artículo.

Marcelino Lastra Muñiz

Marcelino Lastra Muñiz