Dos clases de asistencia sanitaria

 

Hoy por hoy, hay dos clases de asistencia sanitaria en España, la de los funcionarios, MUFACE, concertada con compañías sanitarias de propiedad y gestión privada, que funciona bastante bien, y la pública, para los trabajadores y autónomos, que disfrutamos, o más bien sufrimos, la asistencia sanitaria de la seguridad social.

Y no lo digo por los profesionales sanitarios, la gran mayoría muy profesionales y competentes, sino por las estrecheces del sistema, que cada vez tiene que atender a más millones de beneficiarios, muchos de ellos por la cara, es decir, consumidores libres de cargas, que nada aportan, pero exigen mucho.

Digámoslo claramente, extranjeros sin trabajo ni cotización alguna, ilegales, pateristas, menas, etc.

Tenemos alrededor de diez millones de extranjeros, más del veinte por ciento de la población (eso suponiendo que no sean más millones, pues a muchos se les ha “regalado” la nacionalidad española, pero siguen sintiéndose moros, etc.), y solo están afiliados unos dos millones, lo que no quiere decir que coticen, pues muchos se dan de alta como autónomos para conseguir “los papeles”, pero luego se olvidan -o no pueden- cotizar.

Hay un tercer grupo, los que acuden directamente a la medicina privada, y pagan de su bolsillo su asistencia sanitaria, aunque una buena parte de ellos sí cotizan por sus trabajos y ocupaciones.

MUFACE está en franca decadencia, sobre todo desde la égida destructora de Zapatero, que decretó que todos los funcionarios públicos fueran afiliados a la Seguridad Social, a partir del 1 de enero de 2011.

Una Mutualidad donde ya no entran nuevos afiliados, está claro que está en vías de extinción.

“El remate” lo va a dar su discípulo Sánchez, que junto con la comunista (pero burguesa en la intimidad), ministra de sanidad, están dispuestos a dar matarile a la asistencia sanitaria de la MUFACE.

Cargar sobre las anchas, pero sufridas, espaldas de la seguridad social, con la asistencia sanitaria de un millón y medio de beneficiarios de MUFACE, supone dar al traste con la asistencia sanitaria de calidad, y no por culpa de los profesionales, repito, que no pueden hacer más de lo que hacen, sino de un sistema empeñado en acabar con los beneficios de la asistencia sanitaria para todos los españoles.

¡Parece que quieren que solo tengan una buena asistencia los que puedan pagarla de su bolsillo!

Y los demás, es decir, casi todos, que se jodan.

Lo triste del caso es que, una buena parte de los perjudicados por las políticas populistas, demagógicas, pero profundamente antisociales, de este gobierno, les seguirán votando.

Cuando, en conciencia, lo que deberíamos hacer es botarles.

Y rizando el rizo de la cuestión, ¿qué impide que los afiliados o beneficiarios de la seguridad social podamos optar a ser atendidos por compañías sanitarias privadas, pagando la Seguridad Social dicha asistencia, como sucede con los funcionarios…?

Al fin y al cabo, todos los españoles somos iguales, según reza el artículo 14 de la Constitución.

 

Ramiro Grau Morancho

Académico, jurista y escritor

https://www.ramirograumorancho.com

Ramiro Grau Morancho