Escribo hoy, 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, este último artículo de 2024, con el alma en pena, viendo como los compatriotas son conducidos, somos conducidos, al matadero de la historia, a la pérdida de nuestros legítimos derechos y libertades, camino de una tiranía totalitaria, comunista y sanchista.
Y todo ello con una sonrisa en la boca, y la alegría de endeudarnos “gracias” al dinero de plástico, que nos asegura comida para hoy, pero hambre para mañana.
Son mil seiscientos artículos, desde que empecé a numerarlos, pues anteriormente publiqué varios centenares, posiblemente un millar, o más, sin orden ni concierto, una buena parte de los cuales han sido agrupados en varios de mis libros, que pueden verse en Dialnet o en Grau Editores.com
Visto que todos ellos han pasado con más pena que gloria, he optado por hacer recopilaciones temáticas, y en 2024 han aparecido dos de estos libros, El Golpe de Estado Sanchista, y Felipe VI, el último Borbón.
Se preguntarán, y me pregunto, qué lleva a una persona a dedicar una buena parte de su tiempo a meditar y escribir sus reflexiones… ¿Vanidad, ganas de tocar las narices o navegar contracorriente, como sucede en mi caso…?
Yo creo que es más una necesidad. La necesidad de dejar negro sobre blanco mi punto de vista, de no ser un borrego más, ganado estabulado, que hace lo que el pastor, es decir el político con mando en la nación, e incluso en la humanidad, le ordena pensar, en definitiva ser una persona humana, con sus vicios y sus virtudes.
Y todo ello con el máximo respeto hacia la dignidad de todas y cada una de las personas, con independencia de su origen, raza, color, etc., pues todos somos hijos de Dios.
He dedicado mi vida al estudio, el trabajo y la escritura, muchas veces en detrimento de la familia, o de las relaciones sociales, que cada día me repugnan más, sobre todo dada la vacuidad de una buena parte de las personas, y la total superficialidad de esos contactos.
Son cada vez menos las personas con las que tengo interés en tener trato social, posiblemente porque al hacernos mayores somos conscientes de que nuestro tiempo se acaba, y por consiguiente no tenemos ganas de perderlo en chorradas.
¿Egoísmo…? Es posible, pero más bien creo que es una recta y justa administración del tiempo que Dios nos ha dado de vida.
Y, al final de ella, deberemos rendir cuentas de en qué hemos invertido ese tiempo, si en pompas y vanidades, o en labores de mayor enjundia, cada uno según sus capacidades y oportunidades.
En fin, amigos, no quiero robarles más tiempo. Solamente decirles que es para mí un honor tener lectores tan inteligentes como ustedes, y que todos sus comentarios a los artículos, positivos o críticos, me animan a seguir escribiendo, pues alguien tiene que decir que lo que está pasando, en España y en el mundo, es inadmisible, y repugna a la humanidad y a la civilización cristiana, de la que formamos parte.
Confío y espero, si Dios lo quiere, que sigamos vivos en 2025, y podamos ver como desfilan por los juzgados y tribunales toda la recua de criminales que gobiernan la España actual.
Que así sea.
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor