A modo de resumen del año podemos tomar los sucesos de Valencia para establecer la conclusión de que lo que funciona es el pueblo; fue repetido el eslogan de “el pueblo salva al pueblo” en las diferentes manifestaciones convocadas en todo el territorio nacional. Las instituciones del Estado, pagadas por el pueblo y, en teoría, al servicio del pueblo, en realidad a quien prestan servicio es a los intereses partidistas de los “okupas” de turno de las llamadas “altas instancias” de gobierno, tanto nacionales como autonómicas, municipales…

Sería bueno, como propósito para el año nuevo, además de adelgazar, dejar de fumar y aprender inglés, un cambio de mentalidad de gobernanza para España: el sistema democrático partidista no funciona: es corrupto y corruptor; la Constitución no sirve para nada (nada bueno), o para todo, al parecer se puede apelar a ella para cualquier causa: nacionalista, independentista, rupturista, incluso por la unidad…, hay algún caso, sí; por no hablar de los atentados contra la integridad física de personas nacidas o por nacer, o el adoctrinamiento en las aulas…

Dar más vida a la sociedad y menos poder y control al Estado omnipotente de hoy solucionaría muchos problemas, por ejemplo como los provocados por unas lluvias fuertes, que en tiempos no tan lejanos se denominaban gota fría y hoy DANA para no identificar los efectos de otras similares del pasado con los catastróficos de ahora, al estar gestionado por quienes pisan el terreno y sufrirían las consecuencias de los malos cuidados del entorno y no obedecer, además, a consignas e intereses partidistas sino a los propios y de los vecinos.

Despedimos, pues, este desastroso año sanchista con la esperanza de, en el que viene, España se vea libre de tanto mangante trilero vendedor de feria como prolifera en las llamadas “altas instancias” de nuestros múltiples y megalómanos gobiernos.

 

El Criterio les desea un muy próspero y

 

FELIZ AÑO 2025