Esta mañana he comenzado el día con una buena noticia: el Ayuntamiento de Zaragoza no renovará la concesión municipal de la licencia a dos empresas privadas, para explotar el servicio de alquiler de patinetes.
Y me parece muy bien.
Por encima del lucro económico, que esas concesiones municipales supondrían para el municipio, está el sagrado derecho a la vida de sus habitantes, y la seguridad de sus desplazamientos por las vías públicas.
Como católico que soy, defenderé siempre el derecho a la vida, y estaré en contra del aborto, de la eutanasia y del homicidio en las calles, a manos de personas irresponsables, alcoholizadas, drogadas, etc., y sin el mínimo conocimiento -ni respeto- de las normas y señales de tráfico.
Recientemente ha fallecido un señor de 81 años, arrollado en un paso de cebra, cuando pasaba tranquilamente con el semáforo en verde…
Y no es el primer caso, si bien, y por razones que desconozco, los medios de “información” los ocultan, o no les dan la relevancia que tienen.
Yo mismo he visto dos accidentes con patinetes, uno en el que la chica joven que lo conducía (al parecer iban dos, lo que está prohibido), quedó tendida en la vía pública, prácticamente muerta, y según la prensa, fue ingresada en la UCI, con pronóstico muy grave.
Ignoro qué habrá sido de ella, qué secuelas arrastrará, en su caso, etc.
En otra ocasión, un buen amigo, ya mayor, fue a cruzar el paso de cebra, para ir a pasear y tomar el sol a un parque próximo a su casa, por supuesto en verde.
¡Fue arrollado por un ciclista, que no contento con ello, se dio a la fuga!
Mi amigo estuvo varios meses en el hospital, con fracturas varias, y no levantó cabeza. Tanto es así que a los pocos meses de salir del hospital, ya en silla de ruedas, murió.
Sigo sin entender cómo se puede conducir un vehículo sin conocer las normas de tráfico, y no solo conocerlas, sino también respetarlas.
Para llevar un coche, una moto, etc., hay que tener un permiso de conducción, y debería exigirse un documento similar para los conductores de bicicletas y patinetes, y más si son eléctricos.
Y, por supuesto, que pagaran los impuestos o tasas correspondientes, de circulación, como hacemos todos los demás.
En definitiva, me parece excelente la decisión del Ayuntamiento de Zaragoza, a la que solo habría que añadir la necesidad de tener cientos de agentes a pie de calle, vigilando las infracciones que todos los conductores cometen, pero especialmente los de bicicletas y patinetes, que normalmente suelen carecer de conocimiento alguno de las normas de circulación, de las señales de tráfico, etc., y creen que todo el monte es orégano…
Estoy cansado de ver cómo invaden calles, circulando en sentido contrario, se suben a las aceras cuando les da la gana, y pueden arrollarte perfectamente, pues las personas no llevamos un retrovisor, etc.
Mi aplauso a Zaragoza por esta decisión, perjudicial para las arcas municipales, pero totalmente justa y necesaria, en defensa de sus habitantes.
¡Va por ustedes, amigos!
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor