y por el móvil el Fiscal General del Régimen Sanchista
He sido fiscal sustituto durante largos años, y siempre pensé que los fiscales generales estaban por encima del bien y del mal.
Que eran juristas prestigiosos, y no tomaban partido, con independencia de que, en su fuero interno, pudieran tener simpatías por estos o aquellos, pero que siempre actuaban con imparcialidad y objetividad, al servicio del interés superior de la Justicia.
¡Qué ingenuo!
El actual fiscal general, no del Estado, sino del régimen sanchista, investigado por el Tribunal Supremo, nos demuestra que pueden ocupar el cargo personas totalmente inidóneas, auténticos mamporreros del poder, o como diría el actual ministro de transportes, del “puto amo”.
¿Qué hace un fiscal de carrera, (es decir, no un político que depende y come del cargo que ocupa, sino que puede reintegrarse a su condición funcionarial), actuando como cualquiera de esos políticos que todos tenemos en mente, pero que no merece ni la pena nombrar…?
Y lo que es peor, ¿cómo se puede poner la Institución a los pies de los caballos, para complacer, repito, al “puto amo”…?
La actuación del titular de la fiscalía general, y espero que lo sea por poco tiempo, me parece francamente lamentable, tanto para sí mismo, como, y sobre todo, para el Ministerio Fiscal.
Todo ello con independencia de que pueda acreditarse su culpabilidad, o inocencia.
Tampoco entiendo que vaya a declarar al Tribunal Supremo como investigado, con coche oficial, entrando por la puerta principal, como si fuera el Fiscal General que acude a un acto oficial.
O que sea asistido por la Abogacía del Estado, que pagamos todos, cuando se trata de presuntos delitos que ha cometido personalmente, y porque ha querido.
Tengo dudas jurídicas de que tenga ese derecho, y, lo que es peor, moral y éticamente, no es de recibo.
¡Al menos así lo veo yo, que contribuyo con mis impuestos a pagar a esa Abogacía del Estado, para que defienda al Estado, sus legítimos derechos e intereses, y no a los presuntos delincuentes que campan por el sector público, y en la mayoría de las Instituciones!
¿Se imaginan ustedes como nos pondríamos todos si el señor Ábalos, ex Ministro del Reino de España, fuera defendido por la Abogacía del Estado, de sus delitos…?
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor