Richard Dawkins, reputado autor de El gen egoísta y El espejismo de Dios, probablemente sea el ateo más famoso del mundo, sobre todo desde el fallecimiento en 2011 de su amigo y compañero de anticruzada Christopher Hitchens.
Durante un debate informal en el que participó en 2007 junto a sus camaradas de lucha antirreligiosa Sam Harris, Daniel Dennet y el mencionado Christopher Hitchens (que se puede encontrar en youtube bajo el título The four horsemen), este último declaró que, en el imposible caso de que se pudiera erradicar la creencia religiosa de todos los seres humanos, él preferiría que no sucediera. Sus motivos eran que, de ser así, y por mucho que considerara que la religión es la fuente de todo mal, él se quedaría sin nadie para discutir, que la pulsión religiosa parece inevitable en el ser humano y que no se puede negar que, aunque en muchos casos sea causa de fanatismo y violencia, también lo es de demasiadas cosas buenas en el arte, la cultura y la moral. Dawkins se mostró sorprendido porque consideró que la Humanidad saldría gananciosa si la racionalidad se impusiera sobre la sinrazón religiosa.
Durante medio siglo ha recorrido el mundo exponiendo en innumerables debates, entrevistas y conferencias el absurdo de todas las religiones, con especial hincapié en la cristiana por tratarse de la mayoritaria en Europa y América y por considerarla la más perniciosa de la historia. También se ha destacado por su apoyo al aborto debido a que, en su opinión, traer al mundo un niño con síndrome de Down, pudiendo evitarlo, es una inmoralidad.
Pero en los últimos años se ha encontrado con que la censura que nunca le llegó cuando atacaba la religión de Cristo en países cristianos le ha empezado a llegar, tanto en las esferas mediáticas como en las universitarias, cuando ha dirigido sus críticas, en esos mismos países cristianos, contra la religión de Mahoma. Y la simple observación de la realidad política actual le ha demostrado que mientras que el cristianismo no representa ninguna amenaza contra la libertad individual, de la religión musulmana no se puede decir lo mismo. No hay más que comparar la situación de la mujer bajo ambas religiones. «Me parece que la cristiana es una religión fundamentalmente decente de un modo en el que creo que el islam no lo es», han sido sus palabras exactas.
Recientemente ha dado un paso más al declarar que, aunque no crea una sola palabra de la religión de Cristo, no por ello deja de ser un cristiano cultural muy feliz de vivir en una sociedad cristiana en vez de en una islámica. El culto y elitista biólogo inglés se confiesa horrorizado al contemplar cómo el ayuntamiento de Londres, regido por el musulmán de origen pakistaní Sadiq Khan, presta más atención a la celebración del Ramadán que a la de la Semana Santa. Y además de sentirse a gusto con el legado cultural y artístico cristiano, Dawkins valora por encima de todo una ética cristiana que le permite vivir en un país civilizado.
Cuando se le ha criticado desde posiciones creyentes con el argumento de que sin Dios no es posible la moral, Dawkins se ha puesto a él mismo como ejemplo de persona que no ha recibido su alta moralidad por revelación externa, sino por reflexión interna. La réplica ha solido ser que el científico quizá sea demasiado optimista al suponer que los demás seres humanos querrán y podrán llegar a las mismas conclusiones morales sin ayuda de la religión. Entre otros muchos a lo largo de los siglos, su eximio colega Konrad Lorenz, Nobel de Medicina de 1973, incluyó en Los ocho pecados mortales de la Humanidad civilizada la siguiente reflexión sobre la complementariedad de la ciencia y la religión:
«La errónea creencia de que sólo las cosas concebibles por la razón, e incluso sólo las demostraciones científicas pertenecen al sólido caudal intelectivo de la Humanidad, tiene funestas consecuencias. A los jóvenes instruidos científicamente esto les induce a arrojar por la borda el inmenso tesoro de erudición y sabiduría que contienen las tradiciones de civilizaciones antiguas y las doctrinas de las grandes religiones universales. Quien opine que todo esto es superfluo y nulo se entregará consecuentemente a otro error nocivo, pues albergará el convencimiento de que la ciencia puede crear de la nada toda una cultura con sus implicaciones sobre los cauces racionales».
Además, el exanglicano Dawkins aboga por la enseñanza de la Biblia ya que, aunque no se la pueda considerar fuente fiable para el conocimiento divino, imposible puesto que Dios no existe, sin ella no se pueden entender milenios de historia, cultura, arte y moral, tanto para lo bueno como para lo malo.
Dawkins, como tantos otros, tiene que lidiar con un dilema de difícil solución. Su mitad atea está satisfecha de que el número de cristianos mengüe sin cesar. Pero su mitad europea teme que el vacío sea llenado por otra religión. Así que, paradójicamente, no le agrada que Europa sea cada vez menos cristiana y propone que se aferre a su identidad religiosa y cultural «por miedo a encontrarnos con algo peor».
Y, efectivamente, él mismo ya se ha encontrado con algo peor. Durante la entrevista que le hizo Piers Morgan en la televisión británica el 20 de marzo de 2023, éste le preguntó su opinión sobre el grupo terrorista Estado Islámico, también llamado Daesh o ISIS. Con un extraño cambio de actitud, Dawkins respondió que no iba a decir nada sobre ello. Y ante la insistencia del presentador, siguió respondiendo lacónicamente «no».
–¿Está diciendo que no porque no quiere hablar de esto?
–Sí.
–De acuerdo. Pero es muy significativo. ¿Hay asuntos que prefiere no tratar?
–Sí (larga pausa)… debería haberlo avisado antes de empezar.
El miedo sobrevolaba sus palabras y sus gestos.
Excelente síntoma para comprender en qué se ha convertido Gran Bretaña. Y detrás de ella, antes o después, los demás países de Eurabia.
Jesús Laínz