Las últimas deposiciones, en contra de la independencia del poder judicial, de la Vicepresidenta Primera del Gobierno de España, o de lo que queda de él, y de una ex ministra, y actual eurodiputada, son de Juzgado de Guardia.
Una clara demostración de que en el Consejo de Ministros se pueden sentar mequetrefes, y que en el Parlamento de la UE admiten a cualquier indigente intelectual, y hasta mental.
¿Pero estas individuas han entendido el sistema democrático, con tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, la separación de poderes, y el sistema de contrapesos entre ellos…?
Es obvio que no, y no debemos extrañarnos. Ambas proceden del comunismo, y en ese sistema, no hay separación de poderes.
Quien manda, no es ni siquiera el gobierno de turno, sino el partido.
Son dictaduras de partido…
Una es psicóloga, Irene, pero solo ha ejercido como cajera de supermercado, y la otra es médico, profesión en la que, seguramente, tampoco se ha estrenado, pues siempre ha ocupado cargos de gestión.
Ya se sabe que quien sabe hacer bien su trabajo, lo hace, sobre todo si es su verdadera vocación, y quien no, ¡pues se ocupa de la caja de un supermercado, de tareas de gestión hospitalaria, o enseña a hacerlo, como decimos los profesores!
De cualquier forma, no sé de qué me extraño…
El propio Presidente del Gobierno carga un día sí, y otro también, contra los jueces, y pretende nombrarles de su cuerda (en realidad, debería decir de su cuadra), para conseguir así la cuadratura del círculo.
Su mujer y su hermano, también atacan inmisericordemente a los dignos magistrados que, en el cumplimiento de su deber, les investigan.
Y la ministra portacoz (no es un error), que es más bien lela, repite el mismo discurso, supongo que redactado por alguno de los casi mil asesores de la Moncloa, o por el perejil Bolaños, el hombre de todas las salsas…
Así, poco a poco, se siembra un clima de duda sobre la legitimidad del poder judicial, siguiendo la tesis de Lenin de que una mentira repetida cien veces, se convierte en una verdad.
Son malos tiempos para los jueces independientes, no acomodaticios, que quieren cumplir con su deber, caiga quien caiga.
¡Y estoy seguro de que lo seguirán haciendo, desde su total objetividad e imparcialidad, pese a quien pese!
No obstante, creo que los españoles honrados deberíamos manifestarles públicamente nuestro apoyo y adhesión, para que no se sientan solos, ni desfallezcan en su empeño.
Que así sea, y, sino, que Dios y la Patria nos lo demanden, en esta vida o en la otra.
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor