En España el Poder Judicial ni está ni se le espera

 

Una vez celebradas las últimas elecciones pendientes, por ahora, al Parlamento Europeo, el sistema bipartidista español llega a un acuerdo en el que, a grandes rasgos,  el  PSOE y el PP se reparten las plazas en el Consejo General del Poder Judicial, CGPJ, y una plaza de magistrado del Tribunal Constitucional, que estaba vacante, desde hace dos años.

Y aquí paz, y después gloria.

¿Este sistema consagra y respeta la división de poderes, y la existencia de un auténtico poder judicial…?

Rotundamente, NO.

El acuerdo alcanzado es muy lamentable, pues Feijóo sigue en su línea de colaborar con el PSOE, sin darse cuenta -o sí-, de que está tratando con los tahúres del Manzanares, y que cualquier acuerdo que alcancen será modificado, a gusto del sátrapa que habita en la Moncloa.

El único pacto posible con Sánchez, y con un notario que de fe, es cuándo presentará su dimisión, y convocará elecciones anticipadas.

Cuanto antes mejor, no vaya a ser que llamen pronto los Jueces de Instrucción a las puertas de su casa, con el  lógico deterioro de la imagen internacional de España.

Y no digo el desprestigio, pues en estos momentos nuestra Patria no pinta nada internacionalmente, no siendo más que un juguete roto, un estado fallido.

Pactar cualquier cosa con el  sátrapa, es apuntalarle en el poder, y no entiendo esa obstinación de Feijóo en apoyar a un gobierno moribundo.

Se ha publicado en los medios que este acuerdo estaba ya hecho desde el  mes de marzo,  y que se ha ido ocultando a los electores de ambos partidos, PP y PSOE, para que no se soliviantaran.

Es decir, se les ha tratado como a tontos del culo, o tontos útiles…

La Constitución en su artículo 122,  3,  al regular la composición del  CGPJ dice claramente que:

“El Consejo General del Poder Judicial estará integrado por el Presidente del Tribunal Supremo, que lo presidirá, y por veinte miembros nombrados por el Rey por un periodo de cinco años.  De éstos, doce entre Jueces y Magistrados de todas las categorías judiciales, en los términos que establezca la ley orgánica, cuatro a propuesta del Congreso de los Diputados y cuatro a propuesta del Senado…”.

Así se hizo en la primera Ley Orgánica del Poder Judicial, LOPJ, de 1980, de forma que los jueces elegían a sus representantes.

Pero cuando llegó al poder Felipe González, en 1982, modificó esa LOPJ, en 1985, de forma que todos los miembros del CGPJ, incluidos los doce representantes de los jueces, pasaban a ser designados por el Congreso, en una clara intromisión del poder legislativo en el poder judicial…

Todos los que ya tenemos una edad, recordaremos la frase lapidaria de Alfonso Guerra: “Montesquieu ha muerto”, que consagraba el fin del  poder judicial, y el  monopolio de la dirección de la Justicia por parte del Gobierno de turno, que, y conviene no olvidarlo, es también el que tiene la mayoría absoluta parlamentaria.

Es decir, se lograba así la cuadratura del  círculo, la unidad de poder, confirmada también por otra frase antológica de Guerra: “El que se mueve, no sale en la foto”.

Posteriormente, el  Tribunal Constitucional dictó una sorprendente sentencia (STC 108/1986), diciendo que no pasaba nada porque los políticos eligieran a los representantes de los jueces…, siempre y cuando se hiciera con arreglo a su capacidad y profesional, y no obedeciendo a criterios políticos, y de sectarismo.

Y en esas estamos.

El  régimen sanchista no quiere quitar sus sucias manos del Poder Judicial,  ¡pues les va la vida en ello!

Y Feijóo, al igual que Casado, está encantado apoyando a un régimen que no quiere oposición, ni en la Justicia, ni en los medios, ni en ninguna parte.

Vamos a vivir tiempos aciagos, y solo le pido a Dios, y a la Virgen del Pilar, que nos den salud y fuerza para seguir defendiendo la causa de la verdad y de la Justicia.

Porque, ¿qué sentido tiene un jurista, si no cree en la Justicia…?

 

Ramiro Grau Morancho

Académico,  jurista y escritor

https://www.ramirograumorancho.com