Inglaterra destruyó el imperio, pero no lo consiguió con la Hispanidad

Como se desprende de cualquier análisis histórico, la francmasonería (logia Lautaro, entre otras) ayudó efectivamente a destruir el imperio, pero nunca consiguió suplantar al catolicismo ni en España, ni en América, por lo que la Hispanidad, a pesar de los incontables ataques sufridos, aún sigue viva.

No obstante, esta Hispanidad, germen y consecuencia de Hispanoamérica (no de Latinoamérica, como han querido hacer los franceses, y después los norteamericanos) debe hacer frente a nuevos y redoblados ataques: Así podemos observar que donde la francmasonería no pudo imponerse en el S XIX, los evangelistas se están abriendo camino en el S XXI con una política dirigida hacia las poblaciones indígenas de América, donde à la religión se la adereza

con indigenismo racial, asociado al rechazo del idioma español y de todo lo que pueda evocar España o Hispanidad, como explicamos a continuación:

Indigenismo y evangelismo

En los últimos años hemos podido observar fenómenos de violencia social y de inestabilidad política que se producen casi al mismo tiempo en casi todo el territorio hispanoamericano. Podemos buscar razones coyunturales que explican cada explosión, pero ningún argumento podrá explicar el sorprendente paralelismo o la extraña conjunción de los hechos, sin buscar las relaciones entre ciertos elementos aparentemente desconectados unos de otros, pero repetitivos, que se producen en diferentes territorios y, a menudo, de influencia extranjera. Recordemos la dimisión forzada de Evo Morales en Bolivia, el conflicto sin fin en Venezuela, la crisis de Nicaragua, de Honduras y de Guatemala, la difícil sostenibilidad de los acuerdos de paz en Colombia, la persecución legal a Correa (Ecuador), la crisis de Brasil y la Re entronización de Lula, la irrecuperable economía argentina y el unánime ataque a Milei, las violentas manifestaciones de Chile, los casos de corrupción desatados en Perú o el disfrazado populismo de México con la insistencia de que España debe pedirles perdón, sin olvidarnos de la crisis de nacionalismos independentistas que ahoga España tanto como empieza a hacer la UE con el wookismo verde dominante.

¿Cómo explicarlo?

Me consta que el empuje y la fuerte expansión de la secta evangelista en toda Hispanoamérica constituye un signo de la introducción de la semilla de una nueva filosofía, tanto como la expansión visceral del movimiento indigenista, que completa el trabajo que la francmasonería comenzó en el S. XVIII.

Los movimientos evangelistas establecen una relación directa entre la comunión con Dios y el bienestar material, como los movimientos

protestantes europeos del S XVI (léase Miedo a la Libertad de Eric FROM), teniendo además, como terreno fértil del mundo actual y de la globalización, una mayor individualización de la sociedad asociada al desarrollo popular de una nueva identidad a través del consumo, y todo ello ayudado por las corrientes neoliberales que, por su parte, con un rostro moderno, propagan los mismos principios en todos los territorios, atacándose al humanismo cristiano representado por el catolicismo, al que acusan de traer la pobreza y con ella, la corrupción.

Ahora bien, no olvidemos que estos nuevos principios, al enfrentarse directamente a nuestra idiosincrasia católica, crean un problema insidioso y permanente que poco a poco polariza nuestras sociedades, pues tradicionalmente, la unión hispana se sustenta sobre la unidad lingüística y religiosa. Eso quiere decir que al asociar la pobreza a lo católico y lo católico a la tradición hispana y a su lengua, pronto se pondrá en duda el mantenimiento de dicha cultura y se intentará destruir la comunidad lingüística, justificando el retorno a las lenguas indígenas y a una filosofía identitaria, como una forma de liberación y la necesidad de sacudirse el dominio de los que, vistos de repente como extranjeros, al imponer su mundo, les empobrecieron, expoliaron y aculturaron. De esta manera, el proceso social iniciado, entrará en una nueva fase donde las nuevas élites, apoyándose en la oposición indigenista a lo hispano (véase también el caso catalán), con la connivencia de las clases populares, buscarán imponer – en cohabitación con la indígena – la nueva lengua vehicular de los ricos y del éxito social, la cual según ellos y basados en la aculturación realizada, no podrá ser otra que el inglés (recordar la presión de Alemania, Francia e Italia parta eliminar el español y dejar solo el inglés como lengua de secundaria en Brasil).

¿Por qué el inglés?

Recordemos que cuando un imperio dominante quiere aculturar, para mejor dominar y “esclavizar” un territorio que ya está bajo su influencia económica, se ataca prioritariamente a la religión, al idioma,

a sus principales símbolos o mitos y a la familia. Por estas razones insisto en el hecho de que la gran familia Hispana de América está siendo intensamente atacada para producir la aculturación de su población, y ello por la vía de dos movimientos que, aunque diferentes, tienen una importante correlación y se producen conjuntamente: (a) El “indigenismo”, que pretende recuperar viejas costumbres y las viejas lenguas, arrinconando todo lo que represente lo hispánico para crear una babel insolidaria donde la lengua española desaparezca. (b) Los movimientos “evangelistas”, qué con el fin del retorno a las fuentes del Libro, atacan constantemente el catolicismo y sus bases humanistas, identificando la tradición católica (donde se origina el humanismo cristiano actual y los Derechos del Hombre) con un pasado deformado de horrores que les ha conducido a la pobreza.

Estas dos tendencias, que intentan acabar con la Hispanidad, tienen su origen en el mundo anglosajón – por eso hablábamos de la substitución del español por el inglés, a largo plazo – y dichas tendencias son unas interesadas corrientes de manipulación que polarizan las sociedades donde actúan, creando violentos conflictos internos que destruyen la cohesión social (Chile, Ecuador, … , España) y deslegitiman a sus representantes políticos tradicionales o provocan su auto deslegitimación (Bolivia, Nicaragua, Brasil, …). El caos así creado pretende convencer tanto a sus élites como a sus clases populares de instaurar un nuevo modelo socioeconómico inspirado en el de los países ricos y estables, lo que se irá haciendo de la mano, a menudo oculta, de asesores extranjeros, hasta crear una nueva dependencia del imperio dominante, basada en un poder más frio y sin rostro, llevado a sus extremos por ciertos organismos internacionales (FMI, …, Fondos de Inversión, Banco Central, … ,) : el poder financiero se instala. De esta manera, todo empieza a adquirir sentido y puede verse con más claridad que hubo, y aún hay, un plan de destrucción de la hispanidad, que comenzó, urdido por Inglaterra, con las independencias de los virreinatos (Plan Maitland y

francmasonería), más tarde descuartizados, que continuó con los endeudamientos forzados de las nuevas repúblicas, la eliminación del Real de a Ocho y el expolio de las tierras y recursos indígenas, a partir de los siglos XIX y XX, así como de la aculturación progresiva, que se aceleró gracias a los medios de comunicación modernos y a la falsedad histórica enseñada en las escuelas.

Este nuevo frente, que se apoya en la leyenda negra y en una clase política que, defendiendo como borregos los intereses del capitalismo financiero y anglosajón, se considera no obstante progresista, verde y de izquierdas, y debe por lo tanto ser identificado y frenado de inmediato si queremos entrar en la reconquista de la hispanidad, y de nuestra identidad.

(Continuará)

 

José Francisco Rodríguez Queiruga

José Francisco Rodríguez Queiruga