Tras la realización de varias encuestas entre nuestros vecinos de la UE y, más concretamente, entre los franceses, sobre la relevancia de nuestra cultura, el conocimiento de los grandes hitos de nuestra historia y del impacto en el mundo actual de nuestros descubrimientos, he constatado que la percepción que se tiene de España en el exterior, excepción hecha de nuestros grandes deportistas, no siempre nos es favorable. De hecho, todas las categorías de bienes y servicios culturales y tecnológicos están afectadas por una imagen deficiente o muy deficiente, y esto se refleja en la autoestima de los propios españoles pues, como muchos dicen y piensan, debido en parte a la ignorancia de su propia historia, «con 47 millones de habitantes y muy poca influencia en la geopolítica mundial,

¿Qué podríamos esperar? ¿Qué hemos hecho de grande para merecer otra consideración?». Esta frase mortuoria refleja la identidad de una gran parte de nuestra juventud y de nuestra servil clase política.

La Escuela de Salamanca: Grande y olvidada

Esta idea no me representa y, a mí, que vivo entre dos mundos, no puede representarme. Como profesor y economista trabajando en Francia, recuerdo cuantas veces he tenido que romper la armonía de un debate al afirmar que las tesis más reputadas sobre el motivo del descontrol de la inflación, que describían  este   descontrol   como   una   consecuencia   del

incremento de la masa monetaria superior al incremento de la producción, y que dichas tesis, que fueron tan estudiadas desde Adam Smith hasta Milton Freedman et Hayek en todas las universidades, estaban esencialmente basadas, aunque todos lo ignorasen, en los trabajos de Martín Azpilicueta, parte de ellos publicados en 1556, en el marco de la Escuela de Salamanca, Escuela que tantas luces dio a los siglos XVI, XVII y XVIII. Hasta el propio calendario gregoriano fue elaborado por científicos de la Escuela de Salamanca.

Mis intervenciones fueron a menudo etiquetadas como “chauvinistas”, pues, en buena lógica, mis interlocutores no podían comprender que, habiendo sido Azpilicueta, de la Escuela de Salamanca, el iniciador de las teorías de la inflación relacionadas con la masa monetaria y la producción, nadie, en el mundo universitario galo, lo conociese. No obstante, siendo mi auditorio de gente formada, pude hablar de Victoria, de Soto, de Suarez, de Gómez de Pereira o de Juan de Mariana, y así fui creando un corpus intelectual “ad-hoc” al desarrollo del S XVI español y a la Escuela de Salamanca, lo que suscitó interés y me hizo comprender que estaba sembrando un poco de “anti-leyenda-negra” entre una categoría de población poco numerosa, pero importante.

Lo español

A pesar de lo dicho, no debemos cerrar los ojos a la realidad de la supina ignorancia que predomina en las universidades de toda Europa y de América cuando se toca “lo español”.

Aunque la defensa de la ciencia española es importante, no lo es menos encontrar un elemento cultural español,

mundialmente conocido y de fibra popular, que esté tan arraigado en el subconsciente colectivo mundial, que lo haga incontestable.

Tenemos el idioma que, aunque importante, se circunscribe a un espacio geográfico limitado a América, sur de Europa y una pequeña parte de África. En estos momentos, los ataques contra el español, llevados a cabo por la anglo esfera y por los tontos útiles de la propia hispano esfera, son inmensos. A pesar de todo, nuestro idioma presenta una identidad fuerte, y no está en peligro; pero no es universal.

Tenemos la música flamenca, que se escucha en casi todo el mundo, pero que, por el momento, solo alcanza a una élite. Es un símbolo de identidad fuerte pero cuyo origen y esencia se ponen constantemente en duda, intentando desvincularlo de lo hispánico para aproximarlo cada vez más a una fusión de lo islámico – calé. Nadie pondrá en duda la anglo esfera del Rock, pero muchos sucumbirán a los ataques contra la hispanidad del flamenco; España no descubrió América, dicen otros, fue un inexistente genovés según gritan los de la anglo esfera y los ítalo francos, y cuando eso no es suficiente, fueron los vikingos cinco siglos antes. España no llevó a cabo la primera circunvalación, dicen que fue Portugal, aunque Magallanes, que murió en medio de la travesía, lo hacía como español y trabajando para la corona española, como así había hecho Colón (y no Colomb o Colombus, que él siempre se negó a llevar por nombre), aunque la vuelta al mundo la terminase Elcano cuyo nombre ha desaparecido en  muchos  libros  de nuestra amada Europa.

La reivindicación de lo hispánico vive un acoso permanente, ¿qué podemos reivindicar que sea universal e inamovible?

 Tenemos el Turismo y sabemos que aunque la España del S XX

y XXI, es pequeña en relación a lo que fue, su carácter afirmado y su diversidad la hacen muy especial, y esto no es una afirmación gratuita, sobre todo si tenemos en cuenta que, a pesar de nuestro tamaño, de nuestra insignificancia que dirían los franceses, somos – entre los 193 países de la ONU -, el segundo “RECEPTOR DE TURISMO” del mundo y el segundo que más recursos genera, además, si consideramos el patrimonio universal generado por España en su larga historia tanto en Europa como en América, somos la primera cultura del mundo (observar que no digo España tal y como se percibe y auto percibe hoy, sino de la España Pentacontinental que fue jurídica y políticamente una y que hoy continúa siéndolo, aunque solo sea culturalmente). ¿Por qué digo esto? Porque después de una pequeña reflexión, y teniendo en consideración que tuve la suerte de viajar por todos los continentes, me parece harto evidente que lo hispano o lo hispánico (expresión muy atacada por la anglo esfera para eliminar nuestra identidad o lo que pueda recordarla) está en el pensamiento de una parte importante del planeta, aunque ni ellos ni nosotros seamos conscientes de este esencial detalle.

Esta circunstancia se debe, sin duda, a nuestro patrimonio arquitectónico y artístico, pero no sólo, pues hay aspectos de nuestra idiosincrasia, de nuestra forma de vivir, en los que no solemos pensar y que pueden explicarlo, ¿cuáles son estos aspectos?

Tenemos las Tapas

Existe un concepto español, con una historia profunda, que refleja nuestro “savoir-vivre” y que es el que se vive y se ve más a menudo escrito en todas las ciudades del mundo: “TAPAS”, AQUÍ HAY TAPAS, BAR DE TAPAS, …, TAPAS ESPAÑOLAS.

Se trata de un concepto tradicional, moderno, gastronómico, económico, cultural y social que refleja no solo un modo de vida sino también el espíritu de nuestra forma de vivir en sociedad.

Es, ciertamente, una expresión de nuestra gastronomía, pero, como decía antes y sobre todo, una manifestación trascendente de nuestra forma de vida, de nuestra sociabilidad y de nuestra creatividad gastronómica y comportamental. La evocación TAPAS, es una evocación española que refleja la identidad de un pueblo, más allá de las estructuras jurídicas del Estado o de los Estados donde éste habita. Cada país tiene sus tapas predilectas y denominaciones específicas de las mismas, como en la propia España, pero Tapa, es la forma genérica, reconocible en todo el mundo, mientras que las otras denominaciones son reconocibles solo en sus propios territorios, así, por ejemplo, en Vascongadas se utiliza alternativamente, la expresión PINTXO, TAPA y RACION, siendo el PINTXO una tapa de menor cuantía ensartada en un palillo.   En México se habla de BOTANAS al PINTXO que acompaña la taza de vino o licor, extraída de los viejos odres de vino, cumpliendo así una parte de la función original de la TAPA y en Venezuela a la TAPA se la llama PASAPALO, pues es la porción de comida consistente y necesaria para facilitar la digestión del PALO, que es como se le llama al Trago de alcohol. En Francia, con la emigración del Magreb, se introdujo la expresión KEMIA, aunque la TAPA fue ganando terreno. En Inglaterra utilizan TAPA, pero cuando pueden se desvían hacia SNACK o TOAST, que es pan tostado con cualquier otra cosa comestible.

Cualquiera que sea la forma utilizada, siempre volvemos al concepto original de TAPA, por esta razón, es fundamental definir qué es la TAPA y como nació.

(Continuará)

 

José Francisco RODRIGUEZ QUEIRUGA

Un economista en París

José Francisco Rodríguez Queiruga