Es triste decirlo pero la Agencia Española de Protección de Datos (AEDP), como buena parte de los organismos de la administración española, apenas tiene sentido o sirve para algo.

La AEDP, en teoría, debería centrar su atención en la protección de datos, como su propio nombre indica. En la práctica, muy poca gente sabe con certeza a qué se dedica. Quien haya tenido algún roce con esta gente o haya tenido que recurrir a alguna de sus instancias, jamás habrá logrado ayuda o colaboración. Y en caso de queja, la respuesta es la misma: “Si no está de acuerdo, vaya a los juzgados y tribunales”, etc.

Más bien actúa como agencia protectora de los intereses de las grandes corporaciones y grupos de desinformación y manipulación informativa, subvencionados, siempre al servicio del poder, sea del color que sea… Para ese viaje, podríamos ahorrarnos el mantenimiento de ese ente, que supone un gasto de varias decenas de millones de euros al año., con excelente dotación de profesionales, adecuadas instalaciones y un ritmo de trabajo que no puede calificarse de agotador.

Vete al bar de la esquina

El plazo de resolución, que en su caso es de no resolución, es de seis meses, un lapso que suelen agotar. Supongo estarán agobiados de trabajo, fatigados por el estrés, sumidos en un horario laboral infernal y con todo tipo de presiones y urgencias difíciles de imaginar. “Si lo quieres encontrar, vete a la cafetería de la esquina”, dice, medio en broma, alguno de los pacientes damnificados por la abulia de la entidad.

Los instructores de la AEPD, que nada instruyen, gozan además de unas curiosas tablas de actuación ya que, ante un mismo problema, cada funcionario te aconseja, responde o instruye de manera distinta. ¿Entonces, qué hago yo? Vaya usted a los tribunales, es la respuesta. ¿Y usted, para qué está ahí? Ah, secreto. Misterio. ¡Nadie les negará la equidistancia entre las partes!

Inútiles resoluciones

Al cincuenta por ciento le dan la razón, y al otro cincuenta por ciento le dicen que no la tiene…

Y todos contentos. Hablo con conocimiento de causa. Un martirio.

Por no hablar de la nulidad de pleno Derecho de todas sus resoluciones, de la presencia de un alto cargo que ocupa un puesto que no existe, etc… (Sobre este asunto hay un brillante trabajo de un ex juez español del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y del Tribunal Supremo, Javier Borrego, que ahonda en el problema y lo disecciona, como un hábil cirujano del Derecho).

En resumen, hoy por hoy, la Agencia Española de Protección de Datos es un barco a la deriva, una especie de instancia inútil, casi fantasma, que se piensa necesaria y eficaz hasta que te topas con ella o necesitas de sus servicios. Una muestra más de la administración española, que en gran parte está obsoleta, cuando no infradotada, desbordada, oxidada o, sencillamente, maltratada..

Parece la España de Larra, de la oficina siniestra, de los oscuros despachos de los tiempos de Galdós. Pero la tenemos aquí y ahora. Y la sufrimos y padecemos sin que se escuchen demasiadas quejas en el ambiente.

 

Ramiro Grau Morancho

https://www.ramirograumorancho.com

Publicado en Vozpópuli

Ramiro Grau Morancho