Según el refranero popular, el sugerente título del presente artículo indica la necesidad de que se aplique a todos el mismo rasero o la misma balanza, que las leyes obliguen a todos por igual, gobernantes y gobernados, sin que nadie reciba trato de favor por pura arbitrariedad o conveniencia de quien detenta en un momento dado el poder político

Hacemos referencia al mencionado refrán para destacar los recientes acontecimientos de los que se han hecho eco los medios que han tenido el valor de publicarlo,  donde el Gobierno dejará a los musulmanes «finalizar el rezo en la vía pública» para «evitar alteraciones del orden». El argumento tiene guasa.

En síntesis, estos sucesos ponen de relevancia la vista gorda con la celebración del Ramadán en la calle en contraste con el celo policial ante una misa en Madrid. Y es que las escenas vividas estos días no responden en absoluto a la pasividad de agentes aislados, ya que un documento policial emitido por el Ministerio del interior indica a los agentes cómo actuar frente a los rezos musulmanes en aras a evitar posibles desórdenes. En el mismo se indica a los agentes cómo actuar ante los distintos escenarios posibles, pero ni siquiera se menciona que los participantes tengan que ser propuestos para sanción.

En el extremo contrario han quedado en nuestra retina imágenes de una misa católica oficiada en Madrid por un sacerdote en la propiedad de su parroquia con dos altavoces, clausurada por dos agentes que le pedían su documentación. Como se puede comprobar, dos actitudes totalmente opuestas que se han vivido recientemente.

Inmoral, además de lamentable y vergonzoso. Las leyes son para todos y en las mismas circunstancias porque si no, se trata de una clara violación de las disposiciones legales vigentes, mostrando la preferencia por un sector y la persecución de otro. Y es que como los católicos somos respetuosos con los mandatos de la autoridad, los agentes de esa misma autoridad se dedican a reventar cualquier celebración litúrgica, cumpla o no las condiciones del estado de alarma.

Vicente Alba