Como avanzábamos en la primera parte de esta serie de artículos, consideramos que un pacto de Estado por la educación es la forma de que la educación no se encuentre en las guerras partidistas, de dar estabilidad al sistema educativo y, de esta manera, empezar su mejora.

Desde el año 1990 hasta la actualidad se han publicado hasta 6 leyes educativas, mientras que el profesorado presencia impasible los cambios y modificaciones de turno, dependiendo del contenido ideológico del partido político en el poder. En España PSOE y PP se han repartido el gobierno las últimas cuatro décadas. Cada vez que entra al poder uno de estos partidos, tenemos cambio de ley asegurado. Ahora bien, una cosa es instaurar una norma legal y otra muy diferente su implantación en la realidad escolar. De ahí que las reformas que puedan traer consigo una nueva ley educativa sean muy difíciles de arraigar en las prácticas docentes, ya que cambiar requiere una formación previa y una consolidación progresiva y constante. Es por lo que todos estos cambios no hacen más que provocar desorientación y malestar entre el profesorado, que asiste con indiferencia a los nuevos planteamientos que se regulan.

Desde mi punto de vista cada ideología prioriza una serie de valores a transmitir en el alumnado. Un cambio ideológico supone igualmente un cambio en el tipo de sociedad que se pretende formar. Es por ello que urge un pacto de Estado por la educación pensando en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. En definitiva, impulsar un acuerdo básico que permita conseguir una educación de calidad y estable en el tiempo y en recursos.

 

Vicente Alba

Vicente Alba