Escribo desde la estupefacción, no exenta de depresión, por el resultado electoral del pasado día 23…
En primer lugar, respeto a todos los votantes, aunque creo tengo derecho a pensar que muchos no saben lo que han votado, ni son conscientes de que con su voto, van a ayudar a la destrucción de España como nación, y por ende de la Constitución, que en su artículo 2 reza que: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles…”.
Media España ha votado a favor de la desaparición de España como nación, con la desintegración de la Patria, y la separación de Cataluña y el País Vasco.
Así de claro.
¿Se puede votar sin saber que es realmente lo que se vota…?
Pues sí, y el resultado del 23 de julio es una buena prueba de ello.
Por eso yo distingo entre votantes y botontos, entendiendo por estos últimos a los tontos que también votan, y por eso les he llamado “botontos”.
Sí, ya sé que voto se escribe con v, pero voy a patentar esa palabra, que en España tiene mucho predicamento, tanto de presente como de futuro.
Y no me referiré, más que de pasada, a los doscientos mil españoles que no pudieron votar, a pesar de haber solicitado el voto por correo, o a los nueve mil madrileños que se quedaron tirados en Valencia, por una avería “causal” del Ave…
(No creo en las casualidades, y menos en pleno día de elecciones generales).
Esos cientos de miles de votos podrían haber modificado, y bastante, el resultado electoral, a favor del PP y Vox.
Tampoco voy a criticar al señor Michavila, que sigue mereciendo todos mis respetos.
Pero sí a Tezanos que, ¡oh casualidad!, sabía perfectamente qué iba a pasar…
Y a Zapatero y Sánchez, que tenían “buenas vibraciones”.
O la fijación de la fecha electoral, destinada a fastidiarnos a todos, además de aumentar el gasto público en doscientos veinte millones de euros.
También la actuación de Sánchez, o mejor su no actuación como presidente de turno de la UE, quedando él como Cagancho en Almagro, pero como comprenderán, ese no es el problema, sino cómo está quedando España ante nuestros socios europeos…
En resumen, España va a desaparecer como nación, pues Feijóo no podrá formar gobierno, y habiendo ganado las elecciones, en realidad las ha perdido.
Tanta “centralidad”, tanto atacar a Vox, en lugar de al PSOE, y tanta estupidez progresista, han conseguido estafar a los votantes de derechas, una vez más.
Habrá referéndum de independencia en Cataluña, y es muy posible que se proclame, de nuevo, la república catalana, y esta vez, de verdad.
Y veremos a Puigdemont en España, pero no detenido o preso, sino en libertad, convertido en “un hombre de estado”.
Del “estado catalán”, claro.
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor