Vamos a tratar aquí sobre la realidad de la enseñanza bilingüe en nuestro sistema educativo. Voy a exponer una serie de reflexiones que son fruto de diversos artículos que he escrito sobre este tema y de mi experiencia docente como maestro de Educación Primaria en la Junta de Andalucía. Mi intervención no será muy extensa con el objeto de establecer posteriormente un coloquio y poder intercambiar ideas y  opiniones.

Podemos comenzar diciendo que la enseñanza bilingüe parte de una filosofía de la educación que emana de la creencia, desde mi punto de vista errónea, de que el dominio de varias lenguas aporta una visión más rica de la realidad. Supuestamente, esta enseñanza se relaciona con el desarrollo de actitudes de respeto y tolerancia de culturas ajenas, concepción muy próxima a la ideología que impregna el globalismo. De hecho, el bilingüismo se ha convertido en una herramienta fundamental para lograr los ODS 1 de la Agenda 2030. Más específicamente el objetivo nº 4, que hace referencia a una educación de calidad, indica que la educación bilingüe puede ayudar a los estudiantes a desarrollar habilidades útiles en el ámbito escolar, profesional y la vida en general, lo que constituye un pilar innegable en la formación de individuos socialmente competentes. Además, la enseñanza bilingüe puede fomentar la comprensión intercultural y la tolerancia, lo que es esencial para lograr estos objetivos. Por tanto, vemos como este modelo educativo es un instrumento al servicio de los intereses de esta agenda globalista.

Ahora bien, una cosa es la enseñanza de lenguas extranjeras y otra muy distinta el modelo bilingüe que se está instaurando en centros docentes de todo el territorio español.  El bilingüismo escolar constituye un modelo pedagógico que tiene por objeto consolidar la didáctica y el estudio de una lengua extranjera, fundamentalmente el inglés, mediante la enseñanza de varias asignaturas en este idioma. Se inicia  a partir de 2005 en la Comunidad de Madrid y se ha ido implantando por todo el país. Además, para ser considerado como centro bilingüe es preciso impartir ciertas horas lectivas en el idioma correspondiente. En el caso de Andalucía, según los datos de la Consejería de Educación, en el curso 2021-2022 había algo más de 1.200 centros bilingües en los que estudian cerca de medio millón de alumnos.

Diferentes estudios sobre los programas bilingües disponibles en la red, como por ejemplo el realizado por la Universidad Carlos III, establecen de manera concluyente que  la expresión oral y escrita en castellano se está viendo perjudicada, con lo cual el español puede ir pasando cada vez más de ser una lengua vehicular en la enseñanza a verse reducida a ámbitos menos formales como el entorno familiar y las relaciones personales.

Además, es preciso destacar que este bilingüismo que se está aplicando en nuestro sistema educativo, resulta inevitablemente perjudicial sobre el aprendizaje, ya que los libros de texto de las materias impartidas en inglés abordan las asignaturas dando por supuesto que el alumnado ha nacido bilingüe o en un mundo angloparlante, con la consiguiente dificultad a la hora de comprender los contenidos específicos de cada disciplina. Si el léxico de los libros de estas asignaturas es mucho más avanzado que los de inglés, al alumnado le cuesta un gran trabajo comprender los conceptos y no queda otra solución que memorizar contenidos y hacer exámenes tipo test, entre otras cosas.

De hecho, la realidad es que en las asignaturas teóricamente bilingües prácticamente no se habla nada en inglés o muy poco, ya que de lo contrario los alumnos no se enteran de nada. Particularmente he conocido compañeros que confeccionaban fichas tan elementales que más bien son propias de un nivel de la etapa de Educación Infantil. Con ello podemos decir que este bilingüismo es una gran mentira que no sirve para nada, pues los niños ni aprenden inglés ni tampoco las materias bilingües.

En este sentido, la UNESCO (1953) afirma que la forma más adecuada para enseñar a un niño es utilizando su lengua materna, ya que ello favorece la comprensión y la expresión. Esta recomendación quedó reafirmada en 1999 por la UNICEF que declaró públicamente lo siguiente: “Está demostrado que los niños aprenden a leer de forma más rápida, cuando adquieren sus conocimientos iniciales en su lengua materna. Además, aprenden un segundo idioma con mayor rapidez que los alumnos que han aprendido a leer utilizando un idioma que no les es familiar.”

El pasado miércoles 21 de febrero se celebraba el día mundial de la lengua materna, o nativa, como se denomina en algunos contextos, que es importante conservar porque preserva la transmisión de conocimientos de generación en generación y nuestra herencia cultural. Además, tiene una relación directa con nuestras emociones. Durante el proceso de adquisición de la lengua materna, las palabras se van incorporando mediante experiencias vivenciales que se fijan en la memoria. Es un proceso que sigue enriqueciéndose toda la vida. Esto también se debe a que la lengua materna se adquiere en un contexto emocionalmente rico como es el seno familiar.

¿Qué les ocurre a los estudiantes que no reciben su educación en su lengua materna? Los niños con lengua materna española llegan al colegio con un bagaje léxico y afectivo. En la escuela puede sentir que el único propósito es que se haga competente en una lengua extranjera. Al abandonar la lengua materna, se abandona nuestra autoimagen y nuestra forma natural de interactuar con el mundo. Mención especial merece el alumnado con Necesidades Educativas o con desventaja económica y sociocultural. Muchos de estos alumnos, por sus características, tienen dificultades del habla y de la comunicación, así como problemas relacionales y de adaptación al grupo.

La UNESCO siempre ha sostenido que el uso de la lengua propia del alumnado para la alfabetización y el aprendizaje constituye un pilar sólido para la educación. Aprender en la lengua materna facilita la comprensión y la interacción, y desarrolla aún más el pensamiento crítico. Fortalece la confianza en uno mismo y la autoestima y estimula la participación activa. Además de impulsar el aprendizaje, contribuye a la preservación de la cultura y el patrimonio inmaterial. De igual modo, el desajuste entre la lengua materna y la lengua de instrucción ha tenido un impacto negativo en los sistemas educativos de todas las regiones del mundo. También ha afectado a las oportunidades futuras de educación y trabajo del alumnado. Por tanto, como hemos mencionado anteriormente, el simple hecho de utilizar una lengua extranjera como medio de instrucción no garantiza el aprendizaje efectivo de esa lengua.

Un hecho demostrado es que los niños bilingües comenten más faltas de ortografía y errores gramaticales, especialmente en los primeros años de escritura, ya que tienden a imitar la ortografía del idioma que ya hablan. Seguramente, los defensores del modelo bilingüe dirán que estos errores y equivocaciones es probable que se deban a que no se lee lo suficiente y a que se escribe poco, incluso a la falta de motivación. Otras dificultades que se observan son el conocimiento y uso de un vocabulario más restringido, así como las interferencias que se dan entre ambas lenguas, ya que al alumnado bilingüe le cuesta más identificar la palabra exacta.

Se puede afirmar, por tanto, que este modelo de aprendizaje del inglés no parece haber demostrado ser particularmente eficaz y se ha convertido con toda seguridad en una carga importante para la consecución de los objetivos de otras asignaturas. Esta problemática es la que ha llevado a un número considerable de centros de varias comunidades, sobre todo públicos, a abandonar el bilingüismo.

El último caso ha sido la Comunidad de Madrid, que según varias informaciones aparecidas en diarios digitales de nuestro país, ha decidido que a partir del curso que viene, tanto las asignaturas de Ciencias Sociales en Educación Primaria y Geografía e Historia en la ESO como las materias de Historia de España y de Historia del Mundo Contemporáneo en bachillerato, se volverán a impartir en español. El motivo de esta decisión, aunque no se quiera reconocer abiertamente por parte de la administración educativa, es evitar que se rebajen los contenidos propios de estas áreas. Por tanto, este hecho constituye la expresión del fracaso de una política educativa basada en un bilingüismo que se ha impuesto sin ninguna base científica ni académica porque de lo único que se trata es de poner en marcha un auténtico experimento social.

Conviene resaltar, por otra parte, que este sistema de bilingüismo supone un factor de discriminación manifiesta en las aulas, ya que se agrupa al alumnado en función del dominio del idioma. Este hecho es contrario a un planteamiento de educación inclusiva, ya que en el grupo no bilingüe se aglutina al alumnado que detenta mayores dificultades de aprendizaje.

También es destacable la circunstancia de que, al mismo tiempo que en las aulas bilingües se ha incrementado la proporción de alumnado perteneciente a familias con formación universitaria u ocupaciones profesionales, ha descendido el porcentaje de alumnado extranjero o con necesidades específicas de apoyo educativo. Como consecuencia, se está segregando al alumnado en función de factores sociales y económicos, convirtiendo al bilingüismo en un elemento y una herramienta característicos de una enseñanza elitista y mercantilista.

A modo de ejemplo, podemos hacer mención a un documental que lleva por título “La chapuza del bilingüismo” disponible en internet, que ofrece una visión crítica del programa bilingüe instaurado en colegios e institutos de toda España, centrándose en el análisis del modelo de la Comunidad de Madrid. Recoge testimonios de docentes, familias y alumnos, a la vez que expone datos y conclusiones de diferentes estudios.

En el caso de Andalucía, un estudio de la Universidad de Córdoba asegura que las familias andaluzas no tienen las mismas oportunidades que en otras Comunidades Autónomas para acceder a las enseñanzas bilingües. Pone de manifiesto que el acceso a la enseñanza bilingüe en Andalucía está marcado por una serie de factores geográficos, sociales y económicos, que impiden a las familias elegir un centro bilingüe en igualdad de oportunidades. Factores como la zona de residencia, el nivel económico de la familia o la posibilidad de ir a colegios públicos, concertados o privados son los que acaban limitando las oportunidades de acceder a un centro bilingüe. Por ejemplo, si una familia del Polígono Sur de Sevilla, quisiera elegir este tipo de educación para sus hijos, no podría hacerlo fácilmente, ya que ninguno de los centros de su zona es bilingüe.

Podemos afirmar entonces que el término “bilingüe” constituye un concepto que no deja de ser irreal, ya que hace referencia exclusiva a unas determinadas lenguas extranjeras, generalmente el inglés, lo que evidencia una concepción puramente imperialista y de dominación, tanto a nivel sociocultural como intelectual. La misma UE alerta frente a la hegemonía del inglés “porque cuando hegemonizas un lenguaje, hegemonizas un pensamiento y una cultura”. Estos planteamientos son propios de una doctrina neoliberal derivada del mundo globalizado, basado en la competitividad y el éxito en el mundo de los negocios. Por tanto, no es una concepción humanista de desarrollo de las personas, sino una concepción de mercado.

El hecho de que el grado de manejo de la lengua inglesa en el estado español sea comparativamente escaso con otros países de nuestro entorno, no significa que la solución pase por acrecentar su utilización como lengua vehicular desde edades tempranas en nuestro sistema educativo. No podemos convertir al inglés en el eje sobre el que gire todo el proceso de enseñanza y aprendizaje.

En Andalucía no se ha realizado una evaluación profunda sobre este programa bilingüe que valore la consecución de los objetivos y que permita tomar decisiones. Las principales carencias son la necesidad de dotación de personal especializado y la falta de sistemas formativos del profesorado. El error está en querer convertir a todos los colegios en centros bilingües. Yo no estoy personalmente en contra del aprendizaje de idiomas, pero no de esta manera. Lo ideal sería volver a la enseñanza en castellano, incrementando las horas lectivas de inglés, aunque esta situación es muy difícil de revertir.

El Artículo 3 de la Constitución española consagra el castellano como la lengua oficial del Estado, puntualizando que es un deber para todos los españoles conocerla y un derecho a usarla. Partidos políticos como Vox llevan en su programa electoral que en todos los centros se garantizará la enseñanza en castellano como lengua materna de nuestro país y primera lengua del centro escolar. Podemos destacar también como hecho, cuando menos curioso, comprobar cómo en 2020 Unidas Podemos registraba una iniciativa en la Asamblea de Madrid en la que pedía que el castellano fuera la lengua vehicular en toda la educación madrileña en contra de la enseñanza bilingüe, argumentando que es un modelo segregador.

A modo de ejemplo, voy a exponer mi situación personal en mi centro de trabajo. Durante este curso soy maestro de educación primaria en un colegio público del Aljarafe, soy tutor de un quinto curso de primaria y además llevo la especialidad de Educación Física en los grupos no bilingües de 3º a 6º. El problema que se produce en esta asignatura cuando se imparte en lengua inglesa es que se tiene que dedicar mucho tiempo a la comprensión de contenidos en inglés por parte de los niños, tiempo que se retrae de la práctica de juegos y actividad física que es realmente el objetivo del área. También se separa al alumnado en bilingüe y no bilingüe en la asignatura de conocimiento del medio. Igualmente la asignatura de música es teóricamente bilingüe pero cómo solo hay un maestro en todo el centro en este caso no se divide a los niños ni tampoco aprenden ningún contenido en lengua inglesa. Además, tenemos un departamento bilingüe que se encarga, entre otras, de la organización de efemérides “tan importantes” como Halloween.

Desde mi punto de vista, la cuestión es “si merece nuestro sistema educativo esta situación de bilingüismo, más cuando el Reino Unido está fuera de la Unión Europea”. Lo que no se puede hacer, en mi opinión, es que con la excusa de aprender el idioma, se renuncie a una educación integral. Hace falta hacer una reflexión seria y profunda y acabar con el bilingüismo tal y como lo conocemos hasta ahora, ya que se ha utilizado a nuestros niños como auténticos “conejillos de indias” en un experimento didáctico sin precedentes. Para lo único que ha servido es para crear una red clientelar de asesores, cursillos, subvenciones, prebendas y propaganda, con los centros bien adornados con un enorme cartel en la puerta afirmando que es un “centro bilingüe”.

Otra cuestión que me planteo es la siguiente: ¿Debería ser optativa la educación bilingüe? Algunas investigaciones sugieren que el alumnado que opta a los programas bilingües de forma voluntaria está mucho más motivado. De igual modo, estos estudios muestran que los docentes que trabajan en centros donde la educación bilingüe es voluntaria se sienten mejor preparados para las tareas relacionadas con esta modalidad de enseñanza que los que trabajan en centros donde la educación bilingüe es obligatoria. La mejor predisposición hacia el aprendizaje de los estudiantes que eligen voluntariamente la enseñanza bilingüe podría constituir una explicación razonable a este aspecto.

Es por ello que la elección voluntaria de la enseñanza bilingüe por parte de las familias del alumnado debería ser, al menos, una obligación por parte de la administración educativa.

Para finalizar, me gustaría remarcar que debemos poner en valor nuestra lengua común como un elemento indiscutible de nuestra identidad sociocultural frente a esta cultura dominante de ámbito anglosajón que acompaña a esta modernidad globalizada. En definitiva, una lengua como el español que es la segunda más hablada en el mundo no puede ni debe ser discriminada de esta forma en nuestro sistema educativo.

 

Vicente Alba

 


NOTAS

  1. Objetivos de Desarrollo Sostenible

Vicente Alba