Fue a principios de diciembre del año pasado cuando Li Wenliang médico del hospital de Wuhan de 37 años, descubrió el primer caso de infección por un coronavirus hasta entonces desconocido. Li comunicó su diagnóstico por medio de la web del hospital. A partir de ahí, Li es llamado por el consejo disciplinario del partido comunista local y fue obligado a arrepentirse y confesar por escrito que había difundido rumores perjudiciales para el partido. 

Un mes más tarde estalló la epidemia. China perdió un mes. Un mes en el que podía haber evitado el contagio al resto de China y después a todo el mundo. Nadie se atreverá a reprochar a China tal negligencia.

Si hay un país que va a salir reforzado de esta crisis sin duda es China, por diversos factores.

El primero: China es una tiranía pseudocomunista y oligárquica. Un estado totalitario, donde el papel del partido comunista sigue siendo nuclear y el control social es completo y total. El aislamiento masivo de 56M de personas en Hubei y el confinamiento de 700M más en toda China durante dos meses, serían medidas muy complicadas de tomar y más aún de mantener, para los gobiernos occidentales a los que la crisis ha cogido, una vez más, con el pie cambiado. En esta ocasión el régimen dictatorial chino ha sido una “ventaja” al poder tomar medidas para atajar la epidemia sin ningún tipo de obstáculo político y menos social. El resultado, salir el primero de la crisis y por tanto ser el primero en recuperar el pulso económico.

El segundo: el eje del comercio mundial se ha desplazado a Asia de forma ya irrefutable y esto es algo que la crisis del coronavirus solo va a reforzar. Las medidas de soft power, envío de ayuda humanitaria a Italia y otros países solo son un lavado de imagen del régimen de Beijing de cara a dar una imagen de potencia amable, pero que esconde espurios intereses.

¿En que va a afectar esto a Europa y en concreto a España? China tiene tres grandes intereses geoeconómicos actualmente.

 Uno: el proyecto One road, one belt, que unirá por vía marítima y ferroviaria Beijing con Bruselas, esta es la ansiada nueva de ruta de la seda para el siglo XXI. Esta ruta está llamada a cambiar el eje del comercio mundial a Asia. Para España  supondrá aumentar el déficit de la balanza de pagos al no poder competir con China en bienes de consumo, industriales o tecnológicos entre otros, perdiendo de esta manera capital, al ser como hemos indicado, deficitarios. Flujo neto de capital negativo. ( Tu dinero acaba en China resumiendo)

Dos: la tecnología 5G en la que está manteniendo una dura pugna con las empresas norteamericanas y en la que China mantiene una ligera ventaja. Uno de los objetivos de esas medidas de poder suave, es que los estados europeos permitan que las empresas chinas desplieguen sus redes en europa. Es la llamada internet de las cosas, el futuro. España es sin duda uno de los objetivos para desplegar esta tecnología por parte de China.

Tres: aprovechar la oportunidad de unas masivas caídas en las bolsas occidentales para comprar y alcanzar posiciones decisorias en muchos sectores y empresas estratégicos o sistémicos por volumen o importancia del sector en el que operan. Simplemente van a aprovechar la caída de las bolsas para comprar empresas con descuentos del 35% al 50% e incluso más.

La capitalización del IBEX es de algo más 400.000M€ lo que pone a muchos valores no protegidos por la cláusula de prohibición de compra de porcentajes mayores del 10% a empresas de fuera de la UE, en el punto de mira. El Gobierno no quiere otro caso Enel. Aun así son muchas las empresas y sectores que no se encuentran sujetos a esta objeción.

Nuevas potencias para nuevos tiempos. Habrá que adaptarse o resignarse no ya a ser un país de segunda, sino de tercera o cuarta. Esta es la realidad. Ese es el reto. ¿Estará nuestra partitocracia corrupta y bocazas a la altura? No creo que haga falta responder.

Me voy que empieza mi clase de chino. Zàijiàn

Sergio Benito

Sergio Benito